Las tres versiones restantes están “desperdigadas por el mundo“, concretamente en Tokio, Japón; Múnich, Alemania; y Filadelfia, Estados Unidos; por lo que es “una oportunidad extraordinariamente insólita” ver dos de ellas a la vez y poder compararlas, señaló a Efe el comisario de la galería, Christopher Riopelle.
La pareja de cuadros se exhiben en la sala 46 de la National Gallery y, aunque son las únicas obras de arte de ese salón, están acompañados por unas radiografías utilizadas por ambos museos en un proceso de investigación científica sobre las obras.
Los resultados revelan qué cantidad de pintura utilizó Van Gogh en cada trazo, cómo aplicaba el óleo “rápidamente” con su pincel y que el pintor añadió un trozo de madera en el ejemplar de Amsterdam para que se ajustara mejor a las dimensiones que quería.
Aunque muy similares, los dos cuadros encierran también diferencias.
El holandés empleó pinturas “muy similares” en ambos cuadros y su paleta de colores estaba dominada por un “amarillo mate vibrante”, dos gamas de verde y un azul intenso ultramarino, pero en el ejemplar de Amsterdam aparecen además un azul pálido, el llamado azul de Prusia, y un rojo intenso.
“El de Amsterdam es cinco meses posterior, (Van Gogh) pinta el mismo motivo pero lo reinterpreta, lo hace más decorativo, más exagerado y utiliza más color”, explicó Riopelle.
Los admirados girasoles datan de 1888, cuando Van Gogh se marchó de París para pintar el paisaje soleado del sur de Francia.
Alojado en una casa en la Provenza, Van Gogh invitó a su amigo Paul Gauguin para que ambos pintaran juntos y, mientras esperaba que llegara, decidió crear algunos cuadros de girasoles para decorar su habitación.
Ambos genios del pincel pintaron juntos durante ese otoño pero Van Gogh empeoró poco a poco, sufrió un ataque de nervios, se cortó una oreja y fue internado en un asilo. Enfermo de una fuerte depresión, el holandés se suicidó de un disparo en el pecho en 1890.