Un elemento que destaca en esta exposición son las placas que cubren la boca de cada una de las figuras, “una invitación a reflexionar sobre la libertad de expresión y la autocensura o los mensajes que muchas veces se callan”, dijo Rivelino, originario del estado mexicano de Jalisco.
“Me parecía que ese tema era importante para generar una muestra monumental, sacarla a la vía pública y que sea un enlace entre el espectador y la escultura”, añadió.
En otras ciudades
La muestra ha sido instalada en espacios públicos de Lisboa, Madrid, Bruselas, Londres, Roma, Moscú y en el Zócalo de la ciudad de México, y se estima que ha sido apreciada por cerca de cinco millones de espectadores.
El escultor refiere que en cada país donde se ha presentado la exhibición ha habido reacciones diversas de los visitantes. Mientras en Lisboa eran pocos los que se acercaban a tocar las esculturas, en Madrid era común ver niños correr a su alrededor. En Bruselas el escultor percibió una reacción más silenciosa y, por el contrario, en México, el ambiente era similar a una fiesta.
La muestra ha despertado diversas reacciones. (Foto Prensa Libre: EFE)
En San Diego, Rivelino ha percibido curiosidad entre los observadores, quienes no han dudado en acercarse y tomarse fotografías ante las obras, que se mantendrán en ese espacio durante febrero y marzo de este año, para luego partir hacia Los Ángeles.
Para no videntes
Como consecuencia de la altura de las esculturas, las personas invidentes no tienen acceso a reconocer la cabeza ni la placa que cubre la boca de cada estatua, por ello, una de las piezas de la exhibición tiene una caja táctil que resguarda cuatro réplicas a pequeña escala de las figuras, para que los no videntes las palpen.
“Tienen ojos en los dedos, y ellos también necesita del arte como cualquier ser humano”, recalcó Rivelino.