Porque el trabajo debe ser manantial de vida, debe dar oportunidad a que se manifieste la creatividad y la iniciativa. Sin embargo, muchas veces se convierte en fuente de muerte y enfermedad. Sucede que muchas veces vivimos para trabajar, se olvida que el trabajo solo es un medio que nos permite vivir dignamente. No a costa de negarles tiempo a los nuestros. No a costa de robarnos cada día una porción de salud o causarnos accidentes.
¡Cuántas veces leemos en el periódico de accidentes laborales! Un albañil que muere soterrado, un trabajador agrícola que se intoxica con agroquímicos, un piloto de camión que muere en accidente de tránsito la lista es interminable porque interminables son los riesgos para los trabajadores que se exponen día a día en sus actividades. Por supuesto que no se trata de dejar de trabajar, sino que todos, empresas y trabajadores, aprendan a reconocer estos riesgos y a tomar las medidas de precaución adecuadas. Los accidentes y enfermedades producidas por el trabajo se pueden, y se deben, prevenir. Si continuamos otorgándole tan poca importancia a este tema, llamado salud ocupacional, dentro de unos años Guatemala será un país lleno de personas en edad productiva, pero enfermas e incapacitadas con el costo social y la desventaja competitiva que esto conlleva.
Finalizo rindiendo honor a los Mártires de Chicago, quienes iniciaron el movimiento de dignificación del trabajo. Pero sobre todo, hoy quiero honrar a los trabajadores que honradamente proveen el sustento a sus hogares ¡A todos ustedes les doy las gracias por su entrega de todos los días!
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