En concreto, los investigadores emplearon técnicas de ingeniería genética para convertir la piel y las células sanguíneas humanas en un tipo de células madre similares a las embrionarias, llamadas células madre pluripotentes inducidas. A continuación se bañaron en factores de crecimiento para promover su conversión a células intestinales antes de ser trasplantadas en la cápsula renal de un ratón.
A las seis u ocho semanas después del trasplante, la “bola” de células era más grande que el riñón de ratón y habían madurado hasta convertirse en casi todos los principales tipos de tejidos que se encuentran en un intestino humano plenamente desarrollado, según el sitio abc.es
Los investigadores explican que anatómicamente, el tejido desarrollado tiene rasgos característicos del intestino delgado, incluyendo criptas y vellosidades, y contenía varios diferentes tipos de células intestinales. Además, este tejido también exhibió las funciones digestivas, como la absorción de las partículas en el torrente sanguíneo y la actividad de las enzimas digestivas del ratón.
Los autores del trabajo que se publica en Nature Medicine creen que este trabajo ofrece un modelo humano-ratón del intestino que puede ser empleado para estudiar los procesos de desarrollo, la enfermedad gastrointestinal y para probar nuevos tratamientos para estos trastornos. “Este tipo de estudio estudios apoya el concepto de que las células específicas del paciente pueden ser utilizadas para el cultivo del intestino”, asegura Michael Helmrath.
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En concreto, el investigador cree que este avance proporciona una nueva manera de estudiar las muchas enfermedades que pueden causar insuficiencia intestinal, los trastornos genéticos que aparecen al nacer o patologías como el cáncer y la enfermedad de Crohn, además de progresar en el objetivo a largo plazo, que no es otro que el de fabricar tejidos que pueden reemplazar intestino humano dañado.
“La idea es que un día podría ser posible hacer crecer tejidos de reemplazo dentro del paciente sin la necesidad de un trasplante de órganos”, añade Helmrath.