Recientes estudios sugieren que el triclosán y sustancias similares pueden interferir con el nivel hormonal en los animales de laboratorio y estimulan la reproducción de bacterias resistentes a las químicos. El resultado preliminar del estudio brinda nuevo respaldo a los investigadores que aseguran que las sustancias químicas son en el mejor de los casos inefectivas y en el peor una amenaza a la salud pública.
“Finalmente la FDA ha exhortado a la industria a que nos demuestre que el uso de esos productos es mejor que el agua y el jabón, y la información no corrobora eso”, destacó Stuart Levy de la Escuela de Medicina de la Universidad Tufts.
En los últimos 20 años, las empresas han agregado triclosán y otros limpiadores a miles de productos domésticos, destacando sus beneficios al matar los gérmenes.
La medida tomada el lunes afecta virtualmente a todos los productos de jabones que llevan etiquetas que los caracteriza como antibacterianos, entre ellos jabones para las manos, el cuerpo y para los platos. No se incluye los desinfectantes de manos, porque tienen como base alcohol en vez de sustancias químicas antibacterianas.
¿Qué es el triclosán?
Se calcula que el triclosán está en un 75 por ciento de los jabones líquidos antibacterianos y el jabón líquido para el baño que se vende en Estados Unidos. Más del 93 por ciento de los jabones de manos antibacterianos contienen triclocarbán o triclosán, informó la FDA.
En 1972 se le pidió a la FDA que confirmara los beneficios de esos jabones, como parte de una ley destinada a establecer normas para decenas de limpiadores antibacterianos. Pero años de demoras y plazos incumplidos impidieron que se establecieran esas normas. La agencia publicó un borrador preliminar de sus resultados en 1978 pero nunca completó los resultados hasta el lunes.
Gran parte de los estudios sobre la seguridad del triclosán en animales de laboratorio, como ratas, han demostrado cambios hormonales de testosterona, estrógeno y en la tiroides. A algunos científicos les preocupa que tales cambios en los humanos puedan aumentar el riesgo de infertilidad, pubertad prematura e incluso cáncer.
En marzo del 2010, la Unión Europea prohibió el uso de esa sustancia química de todos sus productos que están en contacto con alimentos, tales como depósitos y cubiertos.