Se trata de la primera parte de la trilogía de películas basada en el libro escrito por el autor británico, en 1937 como una pequeña obra fantástica para niños, pero ha sido adaptado al cine once años después de que su secuela llegase a la Gran Pantalla.
Por ello, la coguionista Philippa Boyens explicó que si las adaptaciones cinematográficas hubieran seguido el orden de publicación de los libros “hubiéramos hecho una historia muy diferente“.
Al tener que hacerlo al revés “decidimos contar esa parte de la historia” que no aparece en The Hobbit pero sí queda explicada después en El Señor de los Anillos.
“Hemos vuelto a la Tierra Media a contar una historia diferente, en un momento diferente“, subrayó Jackson.
Luego está la cuestión de por qué hacer tres películas, frente a las dos previstas inicialmente, a partir de un libro mucho más pequeño que El Señor de los Anillos, lo que ha hecho surgir algunas críticas entre quienes consideran que los estudios que han producido el filme han pecado de avariciosos.
El actor Ian McKellen, que vuelve a dar vida al mago Gandalf, defendió al director al asegurar que “si alguien cree que Peter Jackson ha preferido a las fuerzas del mercado antes que los imperativos artísticos, es que no le conoce“.
En esto coincide Andy Serkis, que vuelve a poner voz y a encarnar digitalmente a Gollum, pero que esta vez ha trabajado también como director de la segunda unidad de rodaje.
Serkis apoya a su jefe Jackson al asegurar que hacer tres filmes permite “profundizar” en cada personaje, especialmente en los de los trece enanos que viajan con Bilbo Bolsón por la Tierra Media.