– Retira todos los restos de carbón que queden en el fondo de la churrasquera. Utilizando un cepillo de alambre, limpia la parrilla y el fondo de la churrasquera. Esto evitará que los restos de comida y las bacterias se acumulen. Remueve la parrilla y las rejillas.
– Limpia el interior y el exterior de la churrasquera con bicarbonato de soda y un poco de agua utilizando la esponja de alambre. Si tu churrasquera está pintada o cuenta con una superficie antiadherente o de aluminio, utiliza jabón líquido para platos, agua y una esponja de plástico, en lugar del bicarbonato y la esponja de alambre.
– Coloca la parrilla y las rejillas en una bolsa grande de plástico y cúbrelos por completo con spray limpiador de horno. Déjalos soltar la suciedad por varias horas o por toda la noche si es posible. Si la parrilla y las rejillas son de aluminio, sumérgelas en agua con jabón líquido para platos.
– Utilizando guantes de hule, saca la parrilla y las rejillas de la bolsa plástica y colócalas encima de papel periódico.
– Cepilla la parrilla y las rejillas con una esponja de alambre. Si la parrilla o rejillas son de aluminio o de material antiadherente, utiliza la esponja de plástico, no de aluminio.
– Con la manguera, limpia la parrilla y las rejillas para remover los restos de limpiador de horno o jabón. Utiliza la manguera también para limpiar la churrasquera.
– Deja que todo seque por completo y vuelve a colocar la parrilla y las rejillas en la churrasquera.
– Utilizando el spray de cocina o un trapo con aceite de cocina, coloca una capa por todo el interior de la churrasquera, incluyendo la parrilla y las rejillas, para evitar que se oxiden.
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