Los “Linkin” tomaron el relevo de sus satánicas majestades y cautivaron con su sonido oscuro a una audiencia plagada de personas que rondaban entre los 20 y los 30 años, una generación que vio nacer y crecer a la banda durante la década iniciada en el 2000.
Chester Bennington, el líder del grupo, se ganó con una buena puesta en escena a los miles de espectadores en una jornada en la que los californianos estuvieron precedidos por sus compatriotas de Queens of the Stone y por los brasileños Capital Inicial en el escenario Palco Mundo.
Los estadounidenses acudían al Rock in Río en Lisboa por tercera ocasión y fueron recibidos con los brazos abiertos por un público bastante animado que había previamente demandado a la organización la presencia de Linkin Park a través de las redes sociales.
Tras un impresionante despliegue pirotécnico, los hombres de Bennington saltaron al escenario para abrir con Guilty all the same, una explosiva canción que hizo saltar y cantar a los espectadores.
Bennington gritó, corrió por el escenario y conectó con un público que cantó con él sus temas más clásicos, aunque también hubo espacios para las canciones más nuevas y menos conocidas del grupo.
Mike Shinoda, el otro vocalista de Linkin Park, rapeaba en algunas canciones y en otros aporreaba su guitarra para generar un rock oscuro plagado de samples electrónicos, una de las características del grupo estadounidense.
La audiencia lisboeta seguía enfervorizada cada una de las notas de la banda y enloqueció cuando a mitad del concierto los de California interpretaron Numb, todo un himno de su extensa discografía.
La banda enlazó el éxito con la desgarradora Faint, una mezcla de rap y rock pesado que define perfectamente aquel género nacido en los 90 conocido como “nu metal” y del que Linkin Park son fieles representantes.
La voz de Bennington se desgarraba a cada chillido de la trágica What Ive done, un tema que coreó el público y puso fin al concierto con la apoteósica Bleed it out, que derrochó energía y rabia en cada “riff” de guitarra.