“A partir de esta edad, el sistema inmunitario ya está maduro y lo pequeños tienen más fuerza en el tronco. Previo a los 6 meses se corre el riesgo de que se enfermen —infecciones en los oídos o en la piel— y pueden tragar agua”, añade el experto.
Muchos padres acuden con sus hijos a centros de natación por recomendación médica. “Rocío, de 7 años, cuando tenía 3 le diagnosticaron problemas en los bronquios, por lo que el pediatra nos motivó a que ella practicara este deporte. Los ejercicios respiratorios que ha aprendido en las clases le han servido para evitar enfermedades. Hasta el momento no ha tenido ninguna complicación pulmonar”, explica Elena de Herrera, mamá de Rocío.
Mejor estilo de vida
Érica Mazariegos, instructora del Club de Natación Guajitos, señala que el principal beneficio se ve a escala personal, ya que los infantes crean más independencia y seguridad en sí mismos. Además, los padres tienen la oportunidad de generar un vínculo más fuerte con sus hijos, ya que uno de ellos y dependiendo de la edad del pequeño, debe sumergirse con él en el agua.
De acuerdo con Aracely Velásquez, de Aquatic Center, la confianza también es para los adultos, ya que los bebés no tienen temores. “Básicamente trabajamos para quitarle el miedo a los padres. Regularmente son ellos quienes les transmiten ansiedad e inseguridades a sus hijos”, agrega.
Las capacitadoras coinciden en que la natación es una actividad física de seguir instrucciones. Si los padres están tranquilos y aprenden a apegarse a ciertas reglas, el niño también lo hará.
Parece juego
Aunque las clases de natación, en apariencia, solo sean un juego, tiene efectos positivos a largo plazo. “Ayuda a ser constantes y responsables, así como a trabajar en equipo. Los niños que la practican crecen con la idea de llevar una vida saludable”, puntualiza Lara.
Se recomienda que los padres visiten varios centros de natación antes de elegir uno, puesto que así seleccionarán el que más se adapte a sus requerimientos en cuanto a costos y horarios.