Vida

Madres solitarias

Rina, que bueno que los lectores de su columna tengamos la oportunidad de disponer de este espacio para hablar de nuestras vidas y de nuestros fracasos y soledades, y a la vez alimentar la esperanza de ser escuchados y apoyados. Al menos las madres como yo, que nos quedamos tan solas cuando los hijos se van, la necesitamos.

Rina Montalvo

Rina Montalvo

He leído en varias ocasiones que le han escrito madres que han quedado viudas y que ya no tienen la compañía de sus hijos, porque crecieron y se fueron a formar sus propios hogares. Yo tuve cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres, pero siempre he vivido sola, sin tener la cercanía de ninguno de ellos. Nuestra relación ha sido limitada porque nos los visito y ellos lo hacen muy poco. Sinceramente me siento desolada y Dios es el único que me fortalece; yo lo busco siempre para estar cerca de Él mis últimos años y llegar con mi fe hasta el final.

Confieso, sí, que me duele la lejanía de mis hijos, que me hacen mucha falta y que mi corazón de madre no se conforma con verlos de lejos, y es que cuando se envejece se siente la vida más vacía y la necesidad de más compañía, porque ya no se tiene a su lado al esposo con el que se compartían las penas y las alegrías. Yo ya no tengo más familia que mis hijos y mis nietos y quisiera tenerlos más cerca. Por todo esto, Rina, sentía la necesidad de escribirle para desahogarme y poder compartir con usted esta última etapa de mi vida. No se imagina lo bien que me siento haberlo hecho y lo mucho que le agradezco que me haya escuchado.

Amiga: En verdad que es tan importante compartir vivencias y sentimientos con personas que inspiran confianza. Dígame, ¿quién no tiene problemas en esta vida? La diferencia estriba en que hay personas que saben manejarlos con sabiduría y con pensamientos positivos, porque así estos se hacen menos complicados y se tienen mejores armas para luchar contra la adversidad, especialmente cuando se pueden aceptar las situaciones adversas con fortaleza y entendimiento. Lo que es aún más importante, poder fortalecernos con mucha fe en Dios, porque al final Él es todo lo que tenemos. “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa —dice la Madre Teresa de Jesús—, solo Dios basta”.

De verdad que es tan importante intercambiar ideas y pensamientos cuando las cosas andan mal. Desde luego que también es bueno compartir las alegrías y las cosas buenas de la vida. Lo importante, siempre, es no resistirnos a aceptar la realidad. En su caso, sus hijos se casaron y se fueron a hacer sus propias vidas; esta es la ley y hay que aceptarla. La solución está en cambiar de actitud, motivándose a sí misma y conservar con dignidad su independencia. Dedicarse a servir mientras tenga fuerza y salud. Cultivarse espiritualmente llenándose del amor de Dios y del prójimo. En estos tiempos hay tantas oportunidades para compartir y no vivir aislada. A los hijos, dejarlos vivir sus vidas, sin inmiscuirse en sus cosas, para no ser inoportuna, como lo hacen muchas madres que no conocen sus límites.

rina.montalvo@gmail.com

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