La primera creadora de la noche fue Judy Hazbún, quien con Apariencia, se mostró innovadora, como suele ser en sus presentaciones.
En esta ocasión, la barranquillera rompió con el protocolo del desfile al hacer que sus modelos entraran por un costado y no de frente, como suele darse en este tipo de eventos.
Brillo, transparencias y pedrería fueron la constante de sus trajes blancos, verde esmeralda, lima y negro, perfectamente combinados con sofisticados collares que le dieron aún más elegancia a cada pieza.
Luego fue el turno de Pascal Decaillet, y su marca de vestuario masculino Kolt, con la que propuso una nueva versión del caballero actual a partir de una curiosa mezcla de materiales naturales y sintéticos.
Su paleta de color abarcó el clásico blanco y negro pero también los tierra y, claro está, el atemporal azul, tan propio de sus creaciones.
Nelly Rojas, quien destacó con las maxi joyas Senda, elaboradas en plata, oro y piedras tales como amatista, ónix, jade, lapizlázuli y ojo de gato que matizó acertadamente con resinas, cuero, maderas, esmaltes y acrílicos, fue la tercera en escena.
Esta arquitecta hizo énfasis en la geografía y la biodiversidad que en su obra De norte a sur enalteció las formas orgánicas.
El turno luego fue para la compilación de Andrés Otálora, quien de la mano de una tendencia urbana, mostró destellos de elegancia, feminidad y toques de alta costura.
Para recrear la atmósfera urbana chic eligió el índigo y las sedas puras que condujeron a los espectadores a la ciudad que recreó.
En contraste, bordados y estampados, característicos en él, le dieron un aire suave a vestidos de gala y cóctel en los que colores vibrantes y siluetas fluidas mostraron movimiento y le dieron relevancia a la figura.