Este es el primer trabajo que evalúa el impacto de la oxitocina en la función cerebral en los niños con trastornos del espectro autista, aseguró el primer autor Ilanit Gordon, estudiante posdoctoral del Centro de Estudio de Niños en Yale.
Evidencia
A los participantes, con edades de entre 8 y 16 años, se les dio al azar un aerosol de oxitocina o uno con placebo. “Encontramos que los centros del cerebro asociados con la recompensa y el reconocimiento emocional respondieron más durante las tareas sociales cuando los niños recibieron oxitocina en lugar de placebo”, destaca Gordon.
Esta normalizó temporalmente regiones cerebrales responsables de los déficits sociales observadas en niños con autismo. La oxitocina facilita la sintonía social, un proceso que hace que las regiones del cerebro implicadas en el comportamiento social y la cognición social se activen más por estímulos sociales —los rostros— y se activen menos por estímulos no sociales —los automóviles—.
“Nuestros resultados son particularmente importantes al tener en cuenta la urgente necesidad de tratamientos para atacar la disfunción social en los trastornos del espectro autista”, agregó Gordon.
Condición
El autismo es un trastorno del desarrollo que afecta a uno de cada 150 nacidos.
Se caracteriza por que antes de los 3 años hay retrasos en las relaciones sociales y la comunicación.
Se habla de espectro autista que incluye variadas manifestaciones: Asperger, con problemas sociales y conductuales pero sin retrasos en el lenguaje; autismo de alto funcionamiento —capaces de manejarse en forma autónoma— y autismo muy discapacitante.
Las terapias que incluyen integración sensorial, de lenguaje, seguimiento de instrucciones, entre otras, es el tratamiento que se debe seguir.