Vida

Cuando “pasarse de bueno” es malo

Con el noble afán de mostrar cordialidad en diferentes situaciones sociales, algunas personas se exceden y logran el efecto contrario, al incomodar a los demás.

Disculparse por cosas que no lo ameritan es señal de baja autoestima.

Disculparse por cosas que no lo ameritan es señal de baja autoestima.

Estas conductas, como llegar 45 minutos antes a una cita o involucrarse demasiado en los problemas de otros, nacen de una necesidad imperante de agradar; sin embargo, hay que tener en cuenta que incluso para la excesiva amabilidad hay límites.

“El deseo de quedar o caer bien hace que se busque satisfacer deseos de otros para sentirse aceptado y, en algunos casos, querido. La base es, lo más probable, un problema de estima personal”, explica la psicóloga Andrea Musso.

Para este tipo de personas, la frontera entre lo que está bien y lo que está”de más” es invisible. “La cordialidad encuentra límite cuando al querer quedar bien con otros surge una emoción o sensación de incomodidad con uno mismo. Así, se están dejando de lado las opiniones, deseos y necesidades propias y, tarde o temprano, esta carencia pasa factura: autoestima baja o explosión súbita y nada cordial”, agrega Musso.

Asertividad

Algunas conductas como el no saber decir “no” muestran cierta vulnerabilidad, lo cual puede ser aprovechado por personas malintencionadas.

El saber cómo conducirnos socialmente siendo corteses pero sin toparnos con la rudeza consiste en ser más asertivos, algo que se puede aprender.

De acuerdo con el motivador Yesid Barrera, experto en liderazgo, asertividad es no cargar complejos de inferioridad o superioridad.

“Ser asertivo es expresar lo que sientes en el ambiente que te encuentres, con técnicas adecuadas a los interlocutores. Para algunos es mejor ir directo al grano, para otros es preferible con cierta suavidad. Si lo que quieres es ser asertivo en tu mensaje y no dormir con los problemas de otros, no tragarse las emociones y liberar el estrés, debes decir lo que sientes con respeto, control y sin mentir”, recomienda Barrera.

En este reportaje se enumeran siete actitudes frecuentes que suelen causar molestia en otros y que pueden prevenirse con un cambio de mentalidad y mayor seguridad personal.

El consuelo inoportuno

Aquel que en un funeral recuerda trágicamente cómo murió la persona, para luego dar sus condolencias, en realidad crea el efecto contrario. Es un claro ejemplo del “consuelo inoportuno”.  La clave es  pensar bien las cosas antes de decirlas, y luego hacerlo de manera serena, en especial si son varios sentimientos los que se quieren expresar, pues  si esa persona es muy cercana, las emociones pueden salirse de control.

“Perdón, fíjese que… por favor”

Es la frase de aquellos que van por la vida pidiendo permiso y perdón a “diestra y siniestra”, por cosas que no lo requieren,  y temen ser vistos como personas rudas. El mayor riesgo de esta conducta es que otros se puedan aprovechar de la inseguridad manifiesta.   “El perdón está de más… y ser afirmativo no es ser rudo, es ser asertivo”, comenta Musso.

Psicólogos, las 24 horas

“Los problemas de mis amigos son mis problemas” parece ser el lema de muchas personas que, con muy buenas intenciones, buscan  resolver todo tipo de situaciones negativas por las que pasan sus conocidos, que casi siempre terminan  en drama.

Hacer de psicólogo público en realidad   crea más enemistades que amistades. “Me hago cargo de lo mío, no de lo de otros. Una opinión solicitada es bienvenida; una no solicitada recibe respuesta de molestia”, indica Musso.

Exageradamente puntual

Es señal de responsabilidad que una persona sea puntual. Por ejemplo, llegar cinco o 15 minutos antes a una reunión. Sin embargo, arribar 40 o 55 minutos antes no lo hace más puntual. “El exceso de esta norma no deriva en efectos positivos”, explica Musso. Uno de estos es   incomodar a las   personas con quienes uno se va a reunir, o bien reflejar una imagen de desesperación. “Si se llegó muy temprano se puede hacer tiempo cerca del lugar de la cita; por ejemplo, en un café”, sugiere.

La ultramoderna paternidad

Aplica también a tíos o abuelos. Su intención es crear confianza con sus hijos o parientes, pero se involucran demasiado en sus actividades, fiestas y hasta amistades,  con lo cual  crean momentos incómodos.

“Las relaciones sociales habilidosas y asertivas implican saber manejarse con los iguales (coetáneos) de manera distinta que con personas de diferente edad y cercanos o no. El exceso no es una habilidad, es una deficiencia. Un padre es un padre, no un amigo, y puede crear confianza al manejar bien su acercamiento y su distancia”, explica Musso.  Lo ideal es tener momentos sociales en el hogar y respetar los tiempos de las amistades.

Eternamente agradecidos

Hay quienes  se toman eso de estar “infinitamente” agradecidos al pie de la letra. Nunca dejan de enviar regalos o halagar a otros que acaban de conocer, a veces incluso solo porque les cayeron bien o les hicieron un pequeño favor. Esto causa que mucha gente se aproveche de ellos, ya que “siempre pagan” o “nunca pueden decir que no”.

Agradecer también tiene un límite: se agradece lo hecho y de manera sincera, y punto. “Si no,  el otro puede considerar que tiene carta abierta para pedir y pedir”, comenta Musso.

“Robotización”

Existe una gran diferencia entre dar lo mejor de sí en el trabajo y convertirse en robot. Buscar la excelencia en un oficio es a lo que todo profesional debe aspirar, pero cuando esto se convierte en una adicción, y de paso se deja a un lado toda interacción social dentro de la empresa, surgen problemas

interpersonales.

“En las organizaciones no es prioridad ser amigos, pero sí colegas, donde el respeto y la lealtad prevalecen, y es en ese campo  donde puede surgir una excelente socialización que enaltece lo laboral”, refiere Barrera.

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