Mediante el proyecto han logrado una conexión con niños y jóvenes de la aldea El Novillero, con el propósito de compartirles conocimientos sobre epigrafía y también en la elaboración de instrumentos aerófonos prehispánicos.
A lo largo del 2019, Aram y Sindy comenzaron a desarrollar las clases sin que el proyecto tuviera un nombre específico, pero luego de ser invitados a participar del Festival Ruk’u’x, Arte de Pueblos Originarios, decidieron establecerse como colectivo Aq’ab’al.
De acuerdo con el profesor Ajú, la propuesta que han llevado a cabo durante los últimos tres años inició con clases donde los estudiantes aprendían a elaborar silbatos con cerámica de la misma forma en que se han hecho desde antes de la colonización española.
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“Enseñamos esto en gran parte por el interés que he tenido en la música y también por su valor cultural”, comenta Aram, al agregar que para la elaboración de estos instrumentos suele utilizarse cerámica que es llevada hasta Santa Lucía Utatlán desde Chinautla.
Al llegar al municipio, la materia debe tratarse para que esté lo más fresca posible a la hora de empezar a dar forma a los silbatos.
Al inicio, la cerámica debe moldearse con distintas técnicas de construcción, luego se le hace una cámara sonora y se le da forma de algún animal que los estudiantes quieran. Una vez moldeado, el silbato se lleva a secar para así proceder a la parte del horneado que se realiza con la quema de madera de encino.
La idea detrás de esta propuesta consiste en que los participantes del taller se involucren con la materialidad. En el caso de la epigrafía, se busca enseñarles sobre la simbología y el lenguaje prehispánico.
Para lograrlo se imparten conocimientos sobre el día en que nacieron, a familiarizarse con su nahual, conocer el significado que tiene y aprender a escribir el nombre o apellido en lengua maya.
Estas enseñanzas se vinculan con un propósito reivindicativo que busca conectar a los niños del municipio con sus raíces identitarias. Sindy García apunta que debido a los procesos de ladinización en el área muchos niños distan de comprender su entorno como uno maya k’iche’, cuando cerca del 98 por ciento de la población pertenece a la comunidad lingüística y cultural.
Los talleres que suelen impartir los profesores de arte van dirigido a niños y menores de 10 a 17 años, pero también han llegado a adultos interesados en las temáticas que abordan. Las clases se imparten en períodos de vacaciones, y también en espacios culturales donde se comparten los mismos conocimientos.
Aram y Sindy han podido intercambiar conocimientos con maestros y adultos de Cantel, Quetzaltenango; Chichicastenango, Quiché, y Nahualá y San Juan La Laguna, Sololá.
Para llevar a cabo las sesiones formativas, los miembros de colectivo Aq’ab’al impulsan la autogestión y la colaboración voluntaria con personas que creen en el proyecto. Adquieren los materiales por su cuenta y por lo general realizan los encuentros en salones comunitarios. Las actividades buscan llegar a muchos niños y de forma gratuita.
“Buscamos aportar a la comunidad, por eso no vemos tanto la necesidad que haya un cobro por los espacios. Además, creemos que se trata de enseñanzas que no todas las personas estarían dispuestas a pagar”, expresa Aram.
Aun así, junto con Sindy, busca expandir la propuesta más allá de cursos vacacionales y de la aldea El Novillero. Si gusta conocer más del proyecto puede ponerse en contacto al número telefónico 5515—7077 u obtener información en la página Saq Imox.