“Este avance permite mejorar considerablemente la comprensión de los orígenes de esta enfermedad y abre camino a mejores tratamientos y una potencial forma de prevención”, explican los autores.
También pudieron confirmar el primero de los dos tipos de cólera calificado “clásico” y que fue probablemente el responsable de cinco de las siete epidemias más mortales del siglo XIX.
Este patógeno se aloja en los intestinos y no alcanza los dientes o los huesos, por lo que no quedan casi restos de ADN de la bacteria. El cólera produce diarreas que conducen a una grave deshidratación, y si no se trata, a la muerte.