Vida

¿Qué habrá sido de ellos?

Dicen que no hay alguien tan pobre que no pueda dar algo, o alguien tan rico que no necesite nada.

Rina Montalvo

Rina Montalvo

Hoy quiero empezar mi primera columna del año 2015 con el ánimo en alto, dispuesta a hacer muchas cosas buenas. Mi propósito es sumarme a los que buscan ser mejores personas para servir, para amar lo que nos rodea, para compartir fe, esperanza y optimismo, con las personas que me honran con leer mi columna.

Después de esta breve introducción, deseo agradecer cada uno de los correos que recibí este fin de año, los cuales no puede responder por este medio, porque Prensa Libre no circuló los jueves anteriores por el descanso de las fiestas de Pascuas.

Ahora quiero aprovechar este espacio para compartir el mensaje de una amiga lectora que hace memoria de dos casos publicados en esta columna. Y es que en esta época siempre se regresa a los recuerdos. Muchos lectores tal vez recuerdan estas tristes historias que motivaron a la solidaridad y el amor al prójimo, de una manera impresionante.

Nos dice esta amiga lo siguiente: “Yo estaba recordando en estos días algunos casos publicados en su columna, que de manera particular tocaron mi corazón. Por ejemplo, el que tituló: Salvemos a una niña, que se trataba de una niñita de apenas cinco años, que era maltratada por la gente que la cuidaba. Su nombre: Janeth, pero le decían Bicha y usted comentaba que ya había una denuncia en la procuraduría, ya que no le daban de comer y la sacaban a la calle aunque hubiera frío. Han pasado tres años desde entonces y yo me pregunto: ¿Qué sería de ella? Con todo lo que pasa en Guatemala con los niños ¿Qué se puede esperar? Bicha siempre está en mi mente y en mi corazón.

El otro caso que recuerdo, es de una abuelita que solicitaba le regalaran una máquina de coser, pues a su hijo que era piloto de bus, lo asesinaron como a tantos otros que nos enteramos en las noticias y que parece pasan a ser un número más en las estadísticas. El caso es que ella tenía que hacerse cargo de su nietecita, que necesitaba tantas cosas y que había vendido su máquina de coser para sufragar parte de los gastos generados por la muerte de su hijo. Usted comentó entonces que, bendito Dios, le ofrecieron tres máquinas de coser en lugar de una.

En esa oportunidad le escribí y le sugerí que buscara apoyo en la Casa Central, ya que las monjitas son de un gran corazón. ¿Qué pasaría con ellas? ¡Hay tantos casos que recuerdo! Ojalá se pudiera hacer más por nuestro prójimo. Actualmente, yo me encuentro luchando con un cáncer muy agresivo. Solo Dios en su misericordia me ha mostrado su amor en este proceso. Solo

Él sabe si voy a logarlo, lo que me lleva a pensar, que de verdad, pudiéramos hacer más por la gente. Yo sé que a veces no se tiene materialmente lo necesario, pero de poquito en poquito, con amor y paciencia, orando, nuestra vida no pase inútilmente.

Sí amiga, yo también creo que volver a los recuerdos de estos y otros casos es bueno y necesario, porque en algún momento nos unieron y nos motivó a los guatemaltecos, como seres humanos, para servir y amar a nuestros hermanos necesitados. Son historias humanas que nos deben llevar a la reflexión, para tomar acciones justas y nobles, cuando nos sean solicitadas.

rina.montalvo@gmail.com

ESCRITO POR: