Salud y Familia

Al cerebro no le gusta la mentira

Cuando el ser humano no dice la verdad necesita hacer uso de su parte más racional, el neocórtex.

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Al cerebro no le gusta la mentira

Para mentir el ser humano necesita hacer uso de su parte más racional, de su neocórtex, de lo contrario le sería imposible mentir. (Foto Prensa Libre: Roland Schwerdhöfer en Pixabay)

Existe en el ambiente ese deseo, no siempre la necesidad por descubrir a los mentirosos, en algunos casos las personas prefieren no aventurarse en algo que sospechan, pero no quieren confirmar, por lo que eso podría representar en relaciones, sentimientos, negocios y en algunos casos desastres amorosos.

Esta materia ha sido abordada por investigadores y científicos que se han planteado la pregunta de cómo descubrir a aquellos que mienten. Disponemos de aportes, (Goffman, 1959; Ekman y Friesen, 1969, 1974; Zuckerman, DePaulo y Rosenthal, 1981, nos han conducido a pensar en la comunicación no verbal, estudiar gestos, como indicadores de mentira, que no son fáciles de controlar para el mentiroso. Siempre con el cuidado que se requiere, por las múltiples equivocaciones que se pueden dar. Por ello, siendo un factor muy importante, sigue siendo de mucho cuidado como único componente para determinar si una persona miente o no.

Por ello acudimos a otras miradas que han hecho científicos y estudiosos del tema, como por ejemplo el investigador LeDoux, que, en su obra sobre: El cerebro Emocional demuestra la existencia de sistemas que transmiten información sensorial desde el tálamo a la amígdala, sin intervención de la parte cortical, así que, el cerebro prefiere actuar de forma inconsciente, de no hacerlo estaría colapsado calculando, por ejemplo, cada respiración.

 

En consecuencia, para mentir el ser humano necesita hacer uso de su parte más racional, de su neocórtex, de lo contrario le sería imposible mentir, pues automáticamente diría la verdad, pero al hacer consciente que no quiere decir la verdad, por cualquier razón debe ser consciente de cada frase que evoca.

Las primeras preguntas o afirmaciones pueden ser muy sencillas y sin mucho esfuerzo por parte del mentiroso, pero a medida que avance la conversación y se requiera contestar a las preguntas que hacen los interlocutores, es cerebro debe empezar a esforzarse.

Se requiere más esfuerzo para mantener consistencia en su trama, por ello cuando preguntamos ponemos al mentiroso en situación incómoda, quien miente debe utilizar más energía para responder y lograr salir airoso.

Para mentir necesitamos utilizar varias zonas del cerebro, por esa razón el cerebro se vuelve más lento, debe hacer consultas para dar respuestas. Cuando eso ocurre la persona desata una serie de mensajes en su sistema hormonal, que podemos evidenciar en las emociones que produce, pueden ser miedo, ira, asco, etc.

Con ello se produce un desgaste que genera niveles estresantes en la persona y probablemente detectamos; sudor, agitación, dilatación de pupila, todo ello demanda más energía, que debe generar el cerebro y el cuerpo lo manifiesta. Por ello hoy sabemos que al cerebro no le gustan los mentirosos. ¿Se anima a que su cerebro lo quiera?

Se requiere más esfuerzo para mantener consistencia en una trama cuando no se dice la verdad.

Verdad

Se requiere más esfuerzo para mantener consistencia en una trama cuando no se dice la verdad.

Se requiere más esfuerzo para mantener consistencia en una trama cuando no se dice la verdad.

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