Sin embargo, estos requieren cuidados específicos ya que son muy sensibles a la luz, el aire, el agua, entre otros factores ambientales.
Lo primero que se debe tomar en cuenta es el riego; cada vez que la superficie de la tierra se muestre seca. La manera adecuada es con una regadera de agujeros finos. En verano se debe regar de dos a tres veces al día y en invierno cada dos días.
El segundo factor indispensable es el abono, ya que al estar en áreas pequeñas carecen de nutrientes y espacio para crecer libremente. Por ello, abonarlo con regularidad garantizará que crezca de manera sana y controlada. El abono más recomendable es el orgánico sólido, ya que un fertilizante químico puede quemar las raíces del bonsái.
El tercer punto es en donde surge el arte de su cuidado: podarlo. El proceso implica recortar las ramas, brotes y hojas para reducir la copa con el fin de mantenerlo saludable y fortalecido.
Cada dos o tres años, según la especie, es necesario trasplantarlos, ya que la tierra o la maceta ya no serán suficientes para las exigencias del bonsái.
Con información de www.aprenderesgratis.com