Es bueno que sepan hasta qué punto los padres pueden hacer un esfuerzo para comprarles cosas. Eso les ayuda a crecer valorando lo que tienen.
Hay que procurar no discutir por cuestiones económicas delante de los menores y evitar que escuchen frases como “este mes no llegamos” o “a este paso, no pagaremos la mensualidad de la renta y nos echarán”, porque pueden agobiarse al tomarlo al pie de la letra.
Se sugiere ser realistas, dejar de añorar experiencias pasadas y disfrutar de las convivencias actuales. Hay infinidad de cosas más importantes que el dinero. Si los progenitores se lamentan de lo perdido, ya sean las vacaciones o algún bien material, se notarán más las carencias y esto generará un ambiente incómodo en el hogar.
Nunca hay que volcar sobre los pequeños los miedos, angustias o desánimos, ni tampoco hacer que se sientan culpables por pedir mucho. Simplemente hay que explicarles que no siempre pueden obtener lo que desean.
Si deben prescindir de algo que les gusta mucho, se les puede compensar con la invitación de un amigo a dormir o llevarlos a patinar o ir en bicicleta al parque.
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