El nuevo fenómeno de resistencia concierne a las polimixinas (colistina y polimixina B), antibióticos utilizados “como de último recurso” para superar las bacterias gram —Enterobacter, E. coli y Klebsellia pneumoniae—, especialmente en personas con fibrosis quística o en reanimación.
Fue así como durante exámenes de rutina realizados en cerdos destinados a la alimentación, Liu y sus colegas encontraron una cepa de E. coli resistente a la colistina y capaz de propagarse a otras cepas bacterianas.
También se hallaron bacterias resistentes a este antibiótico en unos mil 300 pacientes hospitalizados en dos provincias del sur de China, Guangdong y Zhejiang.
Los investigadores descubrieron que la bacteria E. coli hallada en los cerdos contenía un nuevo gen (mcr-1) que puede copiarse y transferirse a otra bacteria fácilmente, especialmente la Klebsiella pneumoniae responsables de infecciones respiratorias.
“Es probable que la resistencia a la colistina provocada por el gen mcr-1 se haya producido primero en animales antes de extenderse a los humanos”, explica el profesor Shen Jianzhong, uno de los coautores del estudio.
Si bien por el momento la resistencia a la colistina se limita a China, podría extenderse a escala mundial, advierten los autores de la investigación, que exigen una “reevaluación rápida” del uso de esta clase de antibióticos.
El profesor Timothy Walsh, de la Universidad de Cardiff en Gales, quien colaboró en el estudio, le dijo a la BBC que “todos los actores clave ya están en su lugar para que un mundo post-antibiótico se haga realidad”.
“Si el gen mrc-1 se hace global –un caso de cuando, no de si ocurrirá– y los genes se alinean con otros genes resistentes a antibióticos, lo que es inevitable, entonces tendremos muchas posibilidades de llegar al principio de una era posantibióticos”, agregó.
“Por ello, si un paciente cae gravemente enfermo, digamos con E. coli, entonces virtualmente no hay nada qué hacer”, añadió.
Un comentario en Lancet concluye que “las implicaciones (de este estudio) son enormes” y a menos de que se introduzcan cambios significativos, los doctores “se enfrentarán a cada vez más pacientes a los que le tendrán que decir ‘lo siento, no hay nada que podamos hacer para curar su infección'”.