Por una parte, la información que contiene el ADN o genoma sirve para producir las proteínas necesarias en cada momento, que son las encargadas de regular el funcionamiento de las células.
Cuando se producen cambios ambientales súbitos, como variaciones de temperatura o de humedad, se crean unas proteínas de defensa, necesarias para garantizar la supervivencia de las células.
La dificultad está en que este proceso se produce simultáneamente a la división celular, cuando las células dan lugar a otras células hijas, con la misma información genética.
Para ello, la célula madre primero duplica su material genético, en un proceso muy delicado ya que el ADN es especialmente susceptible a sufrir alteraciones que serían heredadas por la célula hija.
Cuando aumenta la demanda de proteínas y al mismo tiempo se está duplicando el genoma es probable una colisión entre el sistema encargado de producción de proteínas y el de duplicación del ADN.
El estudio ha descubierto una molécula señalizadora, capaz de coordinar los dos procesos y de parar la duplicación de ADN hasta que se hayan producido las proteínas necesarias.
Este descubrimiento es especialmente importante en las células más susceptibles ante los cambios ambientales, como las de la piel, para evitar una inestabilidad genómica que puede provocar un cáncer.