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La diabetes tipo 2, una enfermedad en la que los niveles de glucosa (azúcar) de la sangre están muy altos y que es la más común de las diabetes, puede prevenirse mediante un alimento muy común en muchas partes del mundo: las sardinas, concretamente las enlatadas con aceite de oliva.
El consumo regular de sardinas tiene un efecto preventivo ante la diabetes tipo 2, según un estudio liderado por Diana Díaz Rizzolo, profesora e investigadora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), ambos en Cataluña (España).
Los efectos saludables de la sardina y del pescado azul (pescados grasos de mar, como el atún, el bonito, la caballa, el salmón, la anchoa o el pez espada) son reconocidos: sus elevados niveles de grasas insaturadas ayudan a regular el colesterol y a prevenir enfermedades cardiovasculares.
Ahora se ha descubierto que los efectos positivos de este alimento no se acaban aquí, ya que el consumo regular de sardinas tiene también un efecto preventivo ante la diabetes mellitus tipo 2, según explica la UOC.
Destaca que los nutrientes presentes en la sardina en altas cantidades, como taurina, omega 3, calcio y vitamina D, tienen un rol protector ante esta dolencia, que afecta a unos 422 millones de personas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“La sardina es sencilla de encontrar y su consumo no solo es asequible económicamente, sino que es seguro y preventivo ante la diabetes tipo 2. Es un gran descubrimiento científico. Es fácil recomendar su consumo desde la consulta médica y asumible por parte de la población”, explica la profesora Diana D. Rizzolo.
El estudio incluyó 152 pacientes de 65 años o más con prediabetes, es decir con un nivel de glucosa sanguínea más alto de lo normal y los participantes entraron en un programa nutricional del que solo una parte de ellos (el ‘grupo de intervención’) añadió a su dieta 200 gramos semanales de sardinas (dos latas de sardinas con aceite de oliva).
Se les aconsejó que comieran la sardina entera, es decir, sin sacar el esqueleto, dado que esta parte es especialmente rica en calcio y vitamina D, según la UOC.
Pescado azul, muy asequible y protector
El grupo que no incluyó sardinas en la dieta empezó con un 27% de personas con un riesgo muy alto de sufrir diabetes y, después de un año, un 22% seguía en esa clasificación.
El grupo que tomó sardinas tenía un 37% de participantes con un riesgo alto al iniciar el estudio y, después de un año, solo un 8% seguían teniendo un riesgo muy alto.
El estudio se efectuó en personas a partir de 65 años porque la incidencia de la enfermedad es mayor que en personas jóvenes, pero los investigadores consideran que se podría conseguir “un efecto preventivo igual de interesante en personas más jóvenes”.
Consultada por Efe sobre si el aceite de oliva en el que están inmersas las sardinas en las latas podría impregnar las sardinas y aumentar los niveles de algunos nutrientes presentes en este aceite, la doctora Díaz Rizzolo explica: “siguiendo el protocolo del estudio, los participantes debían escurrir la sobra de aceite de oliva (AO) de la lata así como de la sardina”.
Rizzolo señala que el AO es rico en unos compuestos denominados ácidos grasos monoinsaturados (AGM), pero el grupo que recibió estas sardinas durante un año, disminuyó el consumo de dichos AGM.
Esto podría deberse, según esta investigadora, “a que cuando los pacientes del grupo de intervención consumían las sardinas en conserva no se produjo un uso añadido de AO a las comidas y, por tanto, no existieron diferencias en el consumo de este aceite con respecto al grupo control (los pacientes que no incluyeron sardinas en la dieta)”.
“El consumo de sardinas en conserva en aceite de oliva no interfiere con el resultado de las intervenciones obtenido, ya que no hubo diferencias entre ambos grupos en cuanto al consumo de AGM, por lo que todos los efectos del estudio observados deben ser producidos por variaciones en otros nutrientes presentes en las sardinas”, concluye la doctora Díaz Rizzolo.
Recetas saludables con sardinas enlatadas
“Las sardinas son un alimento de alto valor nutricional tanto si se consumen frescas como enlatadas, su principal diferencia es que si las consumimos enlatadas en aceite de oliva su aporte calórico se verá incrementado”, explica a Efe la nutricionista Carmen Escalada, del Instituto Médico Europeo de la Obesidad, IMEO.
Explica que el valor nutricional de este pescado azul no se ve perjudicado por tomarlo enlatado en aceite de oliva y que esto tiene “la ventaja de que se pueden almacenar durante largos periodos de tiempo sin necesidad de refrigeración, lo que puede ser muy útil para viajes o para tenerlas en la despensa y tomarlas en días en las que no tenemos tiempo o ganas de cocinar”.
“Una primera manera de preparar las sardinas enlatadas y consumirlas es sobre una rebanada de pan integral al que deberemos añadir un vegetal como tomate, pepino, cebollín o aguacate”, propone Escalada.
“A este tipo de bocadillo lo podemos completar con especias o hierbas como el ajo molido o la albahaca o añadir una salsa de yogur casera para tener un plato completo, delicioso y saludable”, apunta.
Otra opción para comer sano y rico sin dedicar mucho tiempo a la cocina es tomar las sardinas en ensaladas, según Escalada.
“También podemos utilizar las sardinas en lata para hacer un paté saludable que podemos untar en pan integral y tomarlo como aperitivo. Solo tendremos que triturarlas junto con una cucharada de queso blando y un diente de ajo”, sugiere.
“También podemos utilizarlas como ingredientes en pizzas caseras hechas con harina integral y vegetales como la coliflor o el brócoli. Cuando tengamos la masa, la doramos en el horno y, posteriormente, añadimos una capa de tomate natural triturado, las sardinas en conserva, aceitunas negras, alcaparras y un poco de queso para gratinar”, explica.
“Las sardinas conservadas en aceite de oliva nos sirven para elaborar gran variedad de platos fríos o calientes y con diferentes grados de preparación, pero van a aportar una importante cantidad de sal a nuestros platos por lo que tendremos que evitar añadir más sal durante el cocinado”, concluye Escalada.