“La idea es que se pueda realizar un seguimiento exacto del trastorno durante los períodos que transcurren entre visita y visita al médico”, explicó Orianna DeMasi, estudiante de Ciencias Informáticas y cofundadora de MoodStreamer junto a su compañero de la Universidad de Berkeley Sid Feygin.
Los datos a partir de los que trabaja la aplicación son provistos por el análisis cuantitativo (cantidad y frecuencia de las conexiones, personas a las que se escribe, etc.) y cualitativo de la actividad social del paciente realizada a través del teléfono móvil.
“Cuando las personas están deprimidas, es habitual que dejen de enviar mensajes o interactuar con su entorno. En cambio, cuando están alegres, interactúan más de lo habitual”, indicó Orianna, quien explicó que estadísticas de este tipo constituyen un elemento fundamental a la hora de elaborar el “dibujo” del estado anímico del paciente.
Más allá de los elementos cuantitativos, la aplicación también trabaja a partir de datos cualitativos, como, por ejemplo, el contenido de los mensajes de texto que el paciente envía: analiza las palabras, su frecuencia de aparición y los signos de puntuación para determinar si se trata de mensajes alegres, tristes, iracundos, etc.
“Hemos trabajado con investigadores y psicólogos para que nos ayudaran a elaborar los modelos de conducta”, dijo el otro cofundador de MoodStreamer, Sid Feygin, estudiante de Ingeniería Civil y Ambiental en Berkeley.
Todos los datos quedan registrados únicamente en el teléfono móvil del usuario, de manera que son privados y solo el paciente puede enseñárselos al médico cuando acuda a la visita, para que así éste pueda ver reflejado en un gráfico cómo ha evolucionado desde la última consulta.
En caso de que el paciente se esté medicando, también se podrá comprobar si la progresión y los efectos de los fármacos son los adecuados.
“Veinte millones de estadounidenses sufren desórdenes anímicos, y las encuestas diarias -el método más utilizado hasta ahora para hacer seguimientos de estos trastornos- no funcionan, ya que el paciente se cansa pronto de responderlas cada día”, concluyó Feygin.