“Los sentimientos negativos fuertes necesitan una válvula de scape. Eso puede ser el llanto, pero también puede serlo la solución del problema en concreto”, resalta.
Thünker hace hincapié en que, si no se utiliza ninguna de estas dos válvulas posibles, la acumulación de emociones puede provocar síntomas físicos como náuseas, dolores de estómago o dolores de cabeza.
Una cuestión de edad y de género
Incluso los bebés utilizan el llanto para comunicarse con sus progenitores: durante los dos primeros años de vida, los niños lloran en promedio entre 30 y 120 minutos al día.
“Sin embargo, a partir del segundo año de vida, la motivación puede cambiar”, señala Horst Helbig, director del Departamento de Oftalmología de la Clínica Universitaria de Ratisbona y portavoz de la Sociedad Alemana de Oftalmología (DOG).
“Si los bebés lloran durante su primer año de vida por necesidades reales, a partir de los dos años pueden instrumentalizar el llanto”, explica.
Otro cambio importante ocurre alrededor de los 13 años. Según los investigadores a esa edad se empieza a observar diferencias de género en el llanto.
“De acuerdo con estudios psicológicos, las mujeres lloran a menudo por una agresión reprimida, en tanto los hombres lo hacen por empatía o por pérdida”, señala Helbig.
De acuerdo con el oftalmólogo, mientras que las mujeres lloran en promedio de 30 a 64 veces al año durante unos seis minutos, los hombres lo hacen de 6 a 17 veces al año, y solo de dos a cuatro minutos.
“La causa de esto aún no ha sido aun suficientemente investigada”, señala Helbig. “Sin embargo, hay estudios que muestran que la testosterona inhibe las lágrimas. Por el contrario, el llanto es a menudo un síntoma de síndrome premenstrual”, explica.
Los factores sociales, la educación y las convenciones sociales influyen fuertemente en el llanto.
En Alemania, por ejemplo, el llanto se expresa más en el ámbito privado. En otras culturas, en cambio, es normal llorar a gritos, sollozar y quejarse en público cuando una persona muere.
Asimismo, hay estudios que demuestran que los ingleses, los suecos y los alemanes lloran menos que los habitantes de los países mediterráneos.
Con el paso del tiempo, la actitud hacia el llanto también ha cambiado considerablemente. Según cuenta Helbig, “en la antigüedad y durante el movimiento Sturm und Drang (tormenta e ímpetu) en la Alemania del siglo XVIII, el llanto era considerado bello y genuino”.
“Con la idealización de la razón el llanto empezó a verse como un signo de emociones incontrolables y por lo tanto devaluado como una debilidad”.
Helbig resalta que las emociones fuertes y el llanto se daban por sentado en épocas anteriores, incluso entre los hombres, pero hoy en día es más bien visto como irracional y débil.
Tipos de llanto
La personalidad de una persona juega un papel importante a la hora de llorar.
“Básicamente, hay personas emocionales y personas a las que les resulta difícil manifestar sus sentimientos. Los primeros experimentan las emociones más intensamente y, por lo tanto, lloran más a menudo”, destaca Thünker.
Otro factor decisivo es cuán introvertida o extrovertida es una persona, es decir, cuán fuerte es su necesidad de expresar sus sentimientos y compartirlos con los demás.
¿Hay gente que llora demasiado y otras muy poco? Especialmente en estado de shock tras una pérdida grave o en casos de depresión los afectados a veces quieren llorar, pero no pueden.
“Esto puede generar mucha angustia. A veces una película o la música ayudan en esa situación”, aconseja Thünker.
Por otro lado, también puede ser una carga para una persona si llora todo el tiempo. En ese caso, sería mejor que aprendieran a regular sus sentimientos para poder calmarse.
Según la psicoterapeuta, en ninguno de los dos casos se trata de algo que está mal o equivocado. “Siempre depende de cuánto lo sufren las personas afectadas”.