Tras comprobar su nivel de testosterona, los participantes tuvieron que calificar de 1 a 4 varios alimentos picantes y salados. Luego les sirvieron un plato de puré con 50 dosis de salsa picante Tabasco y 80 dosis de sal.
Los participantes, que podían aliñar el plato a su gusto, tenían que indicar si lo encontraban salado, picante, harinoso, cremoso, etc.
Los resultados demostraron una correlación entre el nivel de testosterona de los participantes y el número de dosis de picante que ponían en el plato.
“Estos resultados van en el sentido de otros estudios, que demuestran la relación entre la toma de riesgos financieros, sexuales y de comportamiento y la testosterona. En este caso, la relación se aplica a la toma de riegos gustativos”, explicó Laurent Bgue, uno de los autores del estudio y profesor de psicología social la universidad Pierre-Mends-France de Grenoble.
La testosterona, objeto de más de 85 mil 000 estudios, ha sido descrita por el profesor estadounidense James Dabbs como la hormona “de los héroes, los golfos y los amantes”.
Según Laurent Bgue esta hormona incita a relacionarse con “grupos sociales más estimulantes y, en consecuencia, a tomar más riesgos en dominios diferentes”.
“También es posible que el consumo regular de alimentos picantes contribuya a aumentar el nivel de testosterona, aunque hasta ahora sólo se ha demostrado en roedores”, afirmó el investigador.