Salud y Familia

Según nuevos estudios, el riesgo de padecer COVID-19 no depende (mucho) del tipo de sangre

En las primeras etapas de la pandemia de COVID-19, los investigadores hallaron pruebas preliminares que sugerían que el grupo sanguíneo de las personas podía ser un factor de riesgo importante, tanto para contraer el virus como para enfermar de gravedad en consecuencia.

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Muestras de sangre tomadas de un voluntario durante el ensayo clínico de una vacuna en el Hospital Churchill en Oxford, Inglaterra. (Andrew Testa/The New York Times)

Muestras de sangre tomadas de un voluntario durante el ensayo clínico de una vacuna en el Hospital Churchill en Oxford, Inglaterra. (Andrew Testa/The New York Times)

Sin embargo, a lo largo de los últimos meses, tras observar a miles de pacientes más con COVID-19, los científicos informan que el vínculo con el tipo de sangre es mucho más débil de lo que se pensaba.

Ninguno de los dos estudios —uno realizado en el Hospital General de Massachusetts y el otro en el Centro Médico Presbiteriano de Columbia en Nueva York— halló evidencia de que las personas con sangre tipo A tuvieran mayores probabilidades de contraer COVID-19.

Los nuevos informes sí revelan que las personas con sangre tipo O podrían tener un poco menos de probabilidad de contagiarse. Pero el efecto es tan pequeño que la gente no debería contar con ello. “Nadie debería pensar que está protegido”, dijo Nicholas Tatonetti, científico de datos en la Universidad de Columbia.

Al revisar los expedientes médicos de 7770 personas que dieron positivo por coronavirus, Tatonetti y un estudiante de posgrado, Michael Zietz, descubrieron que la gente con sangre tipo A corría un riesgo un tanto menor de requerir un respirador. La gente con sangre tipo AB estaba en mayor riesgo, pero los científicos advirtieron que este resultado tal vez no sea confiable dado que había muy pocos pacientes con ese grupo sanguíneo en su análisis.

En abril, Tatonetti y Zietz publicaron los resultados iniciales de 1559 pacientes en el Centro Médico Presbiteriano de Columbia. Su investigación completa ahora está en proceso de revisión para ser publicada en una revista científica.

El otro estudio nuevo, realizado en el Hospital General de Massachusetts, ofrece un panorama un poco diferente. Los investigadores también descubrieron que la gente con sangre tipo O era un poco menos propensa a contraer COVID-19. Sin embargo, el grupo sanguíneo no influyó en la probabilidad de que las personas necesitaran respiradores o que murieran.

Anahita Dua, cirujana vascular del hospital y autora principal del estudio, afirmó que el tipo sanguíneo no es un factor que ella consideraría al momento de evaluar los riesgos que enfrenta un paciente que da positivo por COVID-19. “Ni siquiera lo mencionaría”, afirmó.

“Con este nuevo artículo, quizá ya está decidido que los grupos sanguíneos no influyen en el resultado de la enfermedad”, comentó Joern Bullerdiek, director del Instituto de Genética Médica en el Centro Médico de la Universidad de Rostock, en Alemania.

Aun si los tipos de sangre no son tan relevantes en el tratamiento de los pacientes con COVID-19, podrían revelar algo importante sobre la naturaleza básica de la enfermedad.

Esto se debe a que el grupo sanguíneo influye en la manera en que el sistema inmunitario combate las infecciones. La gente con sangre tipo A no produce la misma clase de anticuerpos que la gente con sangre tipo B, por ejemplo. Es concebible que estas diferencias moleculares en el sistema inmunitario expliquen el supuesto vínculo entre el tipo de sangre y las infecciones de coronavirus.

No obstante, Zietz observó otras posibilidades. “Hay algunas evidencias de que ciertos tipos de sangre tienen riesgos de coagulación distintos”, afirmó.

En un inicio, los médicos trataron la COVID-19 como una enfermedad respiratoria parecida a la gripe que dañaba principalmente las paredes de los pulmones. Sin embargo, ha quedado claro que el coronavirus puede generar grandes cantidades de coágulos sanguíneos diminutos.

“Esa es una conexión que debe someterse a experimentación en este momento”, mencionó Tatonetti.

Aunque ahora tal vez le cueste trabajo a Tatonetti encontrar muchos pacientes en Nueva York para estudiar el vínculo con el tipo de sangre, otros sitios ciertamente pueden aceptar el desafío.

“Hay tantas personas contagiándose en este momento en todo el país que habrá oportunidades de estudiar a una población mucho mayor que solo la de la ciudad de Nueva York”, concluyó.