Sesenta y cuatro años después
La semana anterior, cuando se celebró el 64 aniversario de Prensa Libre, vinieron a mi memoria recuerdos, que hoy se presentan tan vívidos como que si hubieran sido ayer.
Recuerdo, por ejemplo, cuando iniciaba mis estudios en la Universidad, con la inquietud de ser periodista. Uno de los primeros compañeros que felizmente tuve la oportunidad de conocer fue a Isidoro Zarco, en la Facultad de Humanidades de la 9a. Av.
Al igual que Chilolo —como cariñosamente lo conocíamos— hicimos un grupo de estudio afín con otros periodistas.
Quizá olvido algunos nombres, pero no puedo dejar de mencionar a Alicia Carrera y a Julio Mendizábal. Ellos, ya con amplia experiencia, fueron valiosos mentores en mis primeros años de este oficio, siendo yo una joven de 20 años que recién dejaba su pueblo para venir a la ciudad. Todos partieron y dejaron una huella profunda en el periodismo guatemalteco.
No puedo olvidar la buena intención del gran Chilolo, al invitarme a colaborar en ese proyecto que apenas iniciaba, en 1954. Prensa Libre era un grupo de pocas personas, con la tecnología más artesanal que existía. Vienen a mi mente el sonido de los linotipos, el olor a la tinta, el recuerdo de aquellas bobinas de papel que rodaban y rodaban en las prensas. Recuerdo, entre muchos, a Oswaldo Romero, como pionero de jefe de Talleres, René Gordillo y Juan Zayden, de los primeros linotipistas. Era un esfuerzo titánico, no solamente por la escasa tecnología de la época, y la forma manual en que se hacía.
Así fue como me fui integrando al equipo para trabajar haciendo de todo. Hacía facturas, llevaba correspondencia y buscaba material de agencias periodísticas extranjeras para llenar las páginas de aquel incipiente periódico. Todos hacíamos de todo. “Multitasking” dirían ahora los expertos organizacionales, y pensar que nosotros lo hacíamos hace más de 60 años, no como una corriente de organización, sino por la necesidad de lograr realizar el tiraje del periódico en tiempo. Particularmente recuerdo a Lily Chacón de Anzueto, quien llegó siendo una adolescente y hacía trabajo secretarial, y juntas llegamos a redactar el horóscopo y las notas sociales con Trudy Singer de Josué.
Ahora, es un mundo diferente. La tecnología está presente en cada detalle del periódico. Este cambio, después de medio siglo, no ha sido fácil para algunas personas que aún tenemos el privilegio de continuar siendo parte de este periódico. Entendemos que son cambios para poner a Prensa Libre a nivel de cualquier periódico del mundo. Mis nietos me comentan, desde EE. UU. y Panamá, noticias que leen en la versión electrónica de este matutino. Estoy segura que las nuevas generaciones de los fundadores han respondido a los desafíos de la era tecnológica de los comunicaciones.
Es excepcional que la columna Mensajes Íntimos haya sobrevivido estos cambios y que aún permanece. Y es que los problemas del ser humano son los mismos de siempre.