“El resultado fue: cuanto más se bebe, más anomalías se producen en el ritmo cardíaco”, asegura Moritz Sinner, codirector del estudio.
La novedad del informe, que profundiza sobre otros estudios menores previos que habían apuntado el “síndrome del corazón de vacaciones”, es que investiga los efectos del alcohol durante la ingesta y no tras un período de tiempo.
En situaciones extremas se registraron casos de fibrilación auricular -ritmo cardíaco rápido e irregular- algo que, de prolongarse en el tiempo, podría derivar en complicaciones cardíacas graves y hasta ataques al corazón.
Según esta investigación, un 30 por ciento de las personas a las que se realizó la prueba (un electrocardiograma rápido y un test de alcoholemia) durante la Oktoberfest del 2015 presentaron “agudas irregularidades en el ritmo cardíaco”, y un 26 por ciento sufrían palpitaciones.
El estudio estima que por cada gramo en litro de sangre aumenta la posibilidad de irregularidades en el ritmo cardíaco en un 75 por ciento.
Las personas que sufrían palpitaciones tenían de media 0.84 gramos de alcohol por litro de sangre, aunque sus valores individuales oscilaban entre 0 y los 3 gramos por litro (a partir de esta segunda cantidad los individuos están “demasiado borrachos” como para participar en el estudio), según los investigadores.
En comparación, la media de irregularidades cardíacas entre el conjunto de la población oscila entre el 1 por ciento y el 4 por ciento, según distintos estudios.
La Oktoberfest de Múnich atrae en sus alrededor de dos semanas de duración a unos seis millones de personas y en ella se sirven cerca de siete millones de litros de cerveza.