Salud y Familia

Siéntate, bebé

Sentar a los bebés cuando tienen 5 o 6 meses beneficia su aprendizaje, ya que pueden explorar mejor los objetos que los rodean. Complementariamente, estimularlos boca abajo desde las primeras semanas, favorece su desarrollo cognitivo y psicomotor.

Cuando se sienta a un bebé se le está ayudando a que desarrolle su capacidad de conocer, pensar, percibir y recordar, de acuerdo con un estudio de la Universidad Estatal de Dakota del Norte (NDSU), EE. UU.

En esta postura pueden tocar y sujetar los objetos lo cual es necesario para él, porque constituye una parte importante del desarrollo cognitivo humano, que incluye aptitudes como el pensamiento, la percepción y la memoria, que es la habilidad de entender si un objeto que tiene a la vista es el mismo que ha visto antes o se trata de otro diferente, explica la médica Rebecca Woods, profesora de Desarrollo Humano y Ciencias de la Familia, de la NDSU.

Las investigadoras estadounidenses también encontraron que, cuando se ayuda a los pequeños de 5 o 6 meses a sentarse son capaces de usar patrones para diferenciar los elementos que tienen a su alcance. Ayudar a un bebé a permanecer sentado contribuye a que evolucione en una gran variedad de situaciones de aprendizaje, asegura Woods.

Otras posturas

Una técnica postural que también mejora el aprendizaje precoz del bebé consiste en estimularlos boca abajo cuando están despiertos, durante los primeros nueve meses de vida, señala un estudio efectuado por el fisioterapeuta español José Luis Pérez Machado.

La investigación de este profesor duró 15 meses y estudió dos grupos diferenciados, uno experimental y otro de control: un grupo de 35 bebés que recibieron estimulación y otros 97 que no la recibieron.

Según el autor, se encontraron diferencias notorias entre los bebés a los que se estimuló poniéndolos boca abajo a las pocas semanas y a los que no, y que la diferencia entre los dos grupos para asumir y mantener el sostén cefálico, vueltas y gateo se debió a que el pequeño no estuvo boca abajo el tiempo suficiente. Asimismo, al pequeño que mantiene la cabeza boca abajo posee una ventaja, desde el punto de vista cognitivo, porque puede integrarse mucho mejor en el entorno, ya que para ver qué es lo que hay a su alrededor tiene que levantarla.

Pérez Machado sugiere a los padres que empiecen a poner al niño boca abajo, a las tres o cuatro semanas de vida y vayan aumentando progresivamente el tiempo hasta intentar, a los 3 meses de edad, que el niño pase tres tercios del tiempo que está despierto y vigilado en esa posición.

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