“El valor está no solo en usar la impresora sino en aprender además cómo funciona para hacer evolucionar el conocimiento. Nuestro objetivo es llevar la impresión 3D a todos los hogares y centros educativos para que hagan evolucionar el conocimiento y construyan arriba de lo que nosotros hemos construido. Evolucionarlo, hacer adaptaciones para que sea mejor”, añadió.
Con un costo de US$600 y lanzada en julio de este año, la Smartrap permite imprimir piezas de 13x13x13 centímetros y apunta a un uso educativo, para que sobre todo los niños se familiaricen con la tecnología.
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“Estamos haciendo talleres en escuelas y liceos, para acercar las tecnologías de fabricación digital a todos, democratizar la tecnología”, explicó Lozdziejski.
En los próximos días planean lanzar al mercado un segundo modelo, a un costo ligeramente mayor. Se trata de una modificación de las Prusa I3 bautizada Monica y que permite imprimir hasta 21x21x21 cm; según sus creadores logra una mayor calidad y está orientada a un público adulto, para uso hogareño o profesional.
“Se puede imprimir cualquier cosa, cubiertos por ejemplo. Tenedores de plástico, una taza, utensilios de cocina. O piezas para hacer un clon de la impresora”, explicó por su parte Bruno Demuro. “La idea es incentivar a la gente para que la clone”.
MODELO FRANCÉS
La Smartrap es una modificación de un modelo francés de código abierto, también caracterizado por su simplicidad.
Ingeniero en informática, Lozdziejski estaba estudiando sobre impresión 3D en California cuando conoció a un francés que estaba desarrollando un modelo de máquina autoreplicante. Se contactaron, trabajaron juntos y luego siguieron cada uno por su lado, en sus propios modelos, contó.
A su regreso a Uruguay fundó junto a Walter Guardia y Santiago Reinoso Sur3D, a la que luego se sumaron Demuro, Rodrigo Amarelle y Jan Szolno.
“Esto es el principio”, asegura Lozdziejski, quien cree que estamos ante una “revolución”.
“Mucha gente compra estas máquinas por especulación o porque está de moda, pero cuando empezás a ver los usos ya no pensás en consumir sino en producir. Si se rompe algo en tu casa, buscás producirlo. Ese es el cambio de paradigma que nos parece más interesante, cómo cambiar la sociedad de consumidores a creadores”, expresó.
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“Más adelante vamos a sustituir todos los productos que se importan, vamos a tener acceso a medios de producción para fabricarlos en la comodidad de nuestras casas. Y eso sin duda es una revolución porque reduce los costos de la energía, el transporte, la logística, la distribución”, vaticinó.
La misma máquina permite imprimir el 70% de las piezas que la componen, por lo que puede ser clonada fácilmente, aseguran.
“Durante mucho tiempo esta tecnología fue un nicho exclusivo de máquinas muy caras, pero cuando se abrieron las patentes el horizonte se expandió mucho en muy poco tiempo“, indicó por su parte Demuro, explicando que además es mejor negocio permitir que la gente clone miles de impresoras ?para lo cual ellos venden las partes no replicantes- que vender pocos modelos “cerrados”.
“Todas las piezas son 100% abiertas, nosotros damos el soporte. Creemos que la riqueza es nuestro conocimiento”, indicó.
Sur3D ya tiene pedidos de la región, especialmente de países como Bolivia y Colombia, aunque debido a los costos de envío ?que encarecen el producto- todavía no han logrado exportar los modelos.