Los investigadores modificaron genéticamente en pacientes las células T, que desempeñan un papel fundamental en el sistema inmunitario, para que se asemejaran a la mutación conocida como CCR5-delta-32, que interesa a los científicos porque proporciona una resistencia natural al VIH, aunque en solo el 1 por ciento de la población.
“El estudio muestra que podemos configurar de manera segura y eficaz las células T del propio paciente con VIH para que simulen una resistencia de ocurrencia natural al virus, proceder a la infusión de estas células alteradas, logrando que persistan en el cuerpo y, potencialmente, mantengan controlado al virus”, señaló Carl June, profesor en la Escuela Perelman de Medicina en la UP.
Con la mutación, los científicos redujeron la expresión de las proteínas superficiales de CCR5, sin las cuales el virus no puede penetrar, lo cual hace que las células del paciente resistan a la infección.
En el curso de su estudio el equipo de Pensilvania aplicó las células modificadas -conocidas como SB-728-T- en dos grupos de pacientes, los cuales recibieron infusiones de unos 10 mil millones de células entre mayo de 2009 y julio de 2012.
A seis de los pacientes se les suprimió totalmente la terapia antirretroviral por hasta doce semanas, después de la cuarta semana desde la aplicación, en tanto que otros seis pacientes continuaron el tratamiento habitual.
Una semana después de la aplicación inicial los análisis revelaron un incremento sustancial en el número de células T modificadas en el cuerpo de los pacientes.
La carga de virus VIH disminuyó en cuatro de los pacientes a los cuales se les había interrumpido la terapia habitual por doce semanas. En uno de esos pacientes la carga viral cayó por debajo del nivel de detección.
“Estos casos enfatizan la necesidad de proteger del virus a las células T”, indicó Tebas, un graduado en 1985 de la Universidad Autónoma de Madrid y director de la Unidad de Pruebas Clínicas del SIDA en el Centro Penn de Investigación del SIDA.
“El método de ingeniería genética usado protege a las células T contra el VIH y podría ser capaz de eliminar casi completamente al virus mientras esas células sigan funcionando” , añadió.
Esta investigación podría significar un nuevo escenario para pacientes que viven con VIH, sobre todo en países como Guatemala en el que cada año se contagian 2 mil 500 personas y casi 35 mil desconcen que son portadores del virus.