Chimaltenango

Inhuman restos de víctimas de la guerra en Chimaltenango

Los restos de 84 pobladores de la aldea Choatalum, Chimaltenango (unos 65 kilómetros al oeste de la capital de Guatemala) fueron sepultados este sábado, en medio de llanto y desconcierto por parte de sus familiares.

CHIMALTENANGO – “Me pongo a pensar en que todo sería diferente si todavía tuviera a mi papá”, señaló María Jacobo, una indígena de 38 años y quien perdió a su progenitor cuando tenía 9.

A su corta edad observó como su padre, Encarnación Jacobo, cayó herido de bala por parte de miembros del Ejército de Guatemala y luego como desmembraron, con machetes, su cuerpo. Sus restos fueron esparcidos en varias calles de esta comunidad indígena el 26 de septiembre de 1982.

“Salimos huyendo de los soldados y estuvimos varios días en las montañas. Nos acusaban de colaborar con la guerrilla y nos descubrieron cuando huíamos por el caserío San José Las Rosas”, sostuvo María, hincada junto a sus cuatro hijos, frente a la tumba donde sepultaron los restos de su padre.

Juan Pérez, director ejecutivo de la Asociación Qanil Maya Kaqchiquel de Chimaltenango, explicó que los restos de las víctimas de la guerra fueron rescatados de cementerios clandestinos desde el año 2000, por medio de varias exhumaciones.

“Se trata de los restos de víctimas de varias masacres ocurridas en San Martín Jilotepeque entre 1980 y 1983. En total se han exhumado los cuerpos de 150 personas que fueron víctimas de las masacres cometidas por el ejército en diferentes áreas de Chimaltenango”, sostuvo Pérez.

El líder indígena afirmó que el traslado de los restos a las sepulturas diseñadas por los familiares coincide con la conmemoración del Día de la Dignificación de las víctimas del conflicto armado, que año con año celebran en esa comunidad.

“Nos acusaban a todos de colaborar con la guerrilla. Por esa época estaba muy dura la situación por acá. Yo me escapé tres veces de que me llevara el ejército”, afirmó por aparte Cruz Jacobo a la AFP , de 66 años, hermano de Encarnación y quien perdió a otros cuatro familiares en esas masacres.

“Todavía tengo un sentimiento de impotencia y dolor. Es triste recordar como cayeron familiares y amigos. A mi hermano (Encarnación) lo partieron en seis pedazos y su cabeza la dejaron frente a mi casa”, destacó este sexagenario con una voz pausada, como intentando contener el llanto.

Tanto María como Cruz albergan la esperanza de que se haga justicia por las masacres cometidas durante la guerra interna que vivió Guatemala durante 36 años (1960-1996) y que dejó al menos 200.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos.

Según un informe de Naciones Unidas, el 93% de las masacres fueron cometidas por el ejército, el 3% por la guerrillera Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), mientras que en las restantes no se han podido determinar el responsable.

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