Escenario

Fábula post mórtem

Pasaron volando como barriletes con el hilo cortado, los días 1 y 2 de noviembre, fechas de amplio recuerdo de todos los que ya partieron, con visa o no al cielo, con una cita en el Purgatorio intermedio o de plano con un boleto para el gran resbaladero de Dante. Nadie está libre realmente de ir a dar a donde, entonces, crea, que no merecía ir, pero ese es un asunto que se dirime aquí en la vida.

El caso es que han vuelto a quedar en paz los cementerios. Con muchas flores que a estas alturas tienen variados olores aunque concentrados en el espectro de la descomposición natural.

Rosas, claveles, crisantemos, que una vez lucieron su mejor traje, hoy han pasado a integrarse al entorno a donde manos bondadosas los trajeron, en una especie de recordatorio de que todos los días nos morimos todos, la mayoría un poco y otros, totalmente.

Las coronas de flores plásticas se hacen las valientes, pues, dicen, con su corazón de polímero y su esqueleto de alambre: miren a todas estas pobres, no aguantaron ni una semana y nosotras seguimos firmes. Nadie nos gana. Pero es estéril su lucha: la radiación ultravioleta igual dará cuenta de ellas en unas cuantas semanas.

¡Y aún así hay gente que se cree superior, intocable, impune, que hace lo que se le da la gana y no se arrepiente de sus acciones!

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