Escenario

Luis Díaz

A más de sus méritos como uno de los exponentes imprescindibles de las artes visuales en este país, el maestro Luis Díaz es, sin lugar a dudas, uno de esos artistas auténticos que es lo que él mismo ha logrado ser, no un epígono de lo que quiso ser.

(Foto Prensa Libre: Paulo Alvarado)

(Foto Prensa Libre: Paulo Alvarado)

Pintor, escultor, arquitecto, instalacionista, pero más que nada, un definitivo proponente de una estética propia, Güicho Díaz es, adicionalmente, un creador pensante; o, si se prefiere, un pensador creativo.  Como suele suceder con los artistas significativos, igual se ha granjeado la admiración y el respeto de quienes son capaces de admitir la calidad, la solidez de la propuesta y la maestría técnica de un verdadero originador de arte nuevo, como la animadversión de quienes creen que ya lo vieron todo; presas de envidia y esterilidad, a estos no les queda más que titubear ante aquél que les ha señalado caminos inéditos.  Su extenso conocimiento no se limita a la tarea obvia del que cubre una superficie con pintura, corta un pedazo de mármol, o ejecuta unos planos de construcción.  Entendido, sobradamente, de las labores de un escenógrafo, un coreógrafo, un cineasta, un escritor, un compositor —aunque esas no sean sus funciones—, no se recluye en la espuria curaduría de los que buscan arrimarse al éxito ajeno, ni en el coctel de una exposición, ni en la comidilla de un gueto integrado por familiares y compadres del expositor.

El recíproco cariño de muchas temporadas, desde la ahora lejana década de 1970 con la Galería DS, pasando por “El Gucumatz en Persona”, hasta su más reciente comisión —un mural de 14 metros de extensión que deberá completar este año—, nos llevó a reunirnos en fecha reciente para fraguar una colaboración que es, en otro terreno, de grandes proporciones.  Güicho ha hecho gala de su mejor disposición para acometer el diseño de un proyecto escénico de envergadura y, evidentemente, constituye toda una garantía.  Gracias, maestro, por entrarle a este sueño.  Gracias por entrarle a un sueño aún más grande, que se llama Guatemala.  Gracias por tu arte, tan relevante como extraordinario.

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