La escasez de tierra para la palmicultura obliga a los guatemaltecos a ser más eficientes por hectárea para minimizar el impacto socioambiental.
El cultivo de la palma de aceite se introdujo al país a finales de la década de los años de 1980 a raíz de la crisis en el algodón, explicó a la directora ejecutiva de Grepalma, Susana Siekavizza.
“El cultivo es bastante nuevo, se inició principalmente en áreas donde antes se sembraba algodón y luego a zonas dedicadas a la ganadería”, dijo.
Siekavizza manifestó que este cultivo ha contribuido al desarrollo económico y social de Guatemala, donde genera 17 mil 500 empleos directos permanentes y 87 mil 500 indirectos.
Las 120 mil hectáreas de cultivo de palma se ubican en los departamentos de San Marcos, Quetzaltenango, Retalhuleu, Suchitepéquez, Escuintla, Izabal, Alta Verapaz y Petén.
Esas zonas tienen alta precipitación pluvial, por lo que no se utiliza agua para regar los cultivos, a excepción de pequeños sistemas de riego para viveros.
La siembra en Guatemala representa el 0.6% de la palma del mundo, donde los líderes mundiales son Indonesia y Malasia con 6 y 4.5 millones de hectáreas, respectivamente.
“Lo interesante es que Guatemala ocupa el primer lugar a nivel mundial en productividad por hectáreas, es decir, en rendimiento”, remarcó.
El 30% de la totalidad de la producción se comercializa en el mercado nacional y el resto se exporta a México, Centroamérica y la Unión Europea (UE).