Economía

¡No mate una marca por unas monedas!

He escrito varias veces sobre esa creencia de algunas empresas que incumplen sus promesas de precios, garantías o calidades de sus productos o servicios, creyendo que, si no hay queja, todo está bien. 

Creo que debemos levantar la voz para señalar que no es apropiado violentar la confianza de los clientes usando ciertas artimañas, llamadas equivocadamente técnicas en ventas, nuestra reflexión para hoy.

Qué molesto revisar cada detalle de un estado de cuenta telefónico, internet o servicios bancarios, para descartar aquellos rubros que no corresponden y que “por equivocación se han colocado”, según los responsables de atender la queja. Pareciera ser que la táctica es cobros reducidos, que no justifiquen a un ciudadano reclamar, pues una llamada o visita significa mayor desembolso, por eso preferimos pagar; sin embargo, para quien lo hace, cuando se multiplica por muchos clientes esa trampa, le ofrece un buen añadido.

No permitamos, como clientes y empresarios, que esa figura siga siendo usada y aceptada, animémonos a expresar y señalar empresas que no entienden que desprestigian una marca y un país, hagamos de nuestro derecho una realidad para que aquellos que siguen aplicando esas maniobras, deduzcan que es una excelente forma de acreditar el fracaso. Permítanme resumirles una experiencia vivida hace algunos días.

Quienes hemos decidido cambiar ciertos hábitos de alimentación, buscamos sitios que consideramos apropiados para adquirir productos que atiendan nuestras demandas, y el enfoque está en el tipo de comida y la calidad de esta, confiando que así como varios de los productos que consumimos son integrales, los que venden también lo son. He decidido pagar lo que sea por mi salud, sin que esto signifique callar cuando un vendedor nos quiera engañar.

Llegando a una tienda pintada de verde, como fue la ensalada que pedí, con grandes letreros que señalan el precio del menú. Procedí a solicitar mi pedido, me atendió Mario, quien luego de preguntar varias veces si deseaba agrandar mi modesta ensalada, y algo fastidiado por mis respuestas negativas, decidió liquidar la orden.

Al pasar a la caja, ¡oh sorpresa! quedé verde, y efectivamente me fui verde, como expresa el nombre de esa marca. Había un cargo de más, procedí a reclamar, y el joven, con una cara de mercader descubierto, señaló, que efectivamente cobró un insumo adicional, insistí en la explicación, y él, retorciendo sus palabras, dijo que me brindó dos alternativas yo escogí una y por eso la cobró.

Probablemente es de los colaboradores que solo hacen caso, pero debe haber un mago que les enseña trucos para engañar al cliente y obtener unas monedas de más, perdiendo la lealtad a la marca; reconozco que el sabor de mi ensalada fue extraordinaria, y la amabilidad de Mario, pero prefiero volver por una ensalada a un lugar confiable y no de exuberante menú, pero sin integralidad en su gente. Hasta la próxima.

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