Escenario

El dulce sonido de la fe guatemalteca

A la fecha no existe un registro total de autores y marchas de Semana Santa, aunque se han emprendido varios esfuerzos. A decir de Haroldo Cabnal, aficionado a la música y exintegrante de hermandades que se ha dedicado a compilar esa información, la cifra oscilaría entre 700 y 800 obras, pero aclara que hay piezas "perdidas" o sin nombre, de cuya existencia se sabe, pero no se han encontrado partituras.

El musicólogo Dieter Lehnhoff, en su obra Creación Musical en Guatemala, considera “impensables” los cortejos procesionales sin este acompañamiento musical con bandas de viento y percusión de dramáticas notas. Si bien el origen de este género llega por influencia española, las composiciones guatemaltecas tienen vida y características propias desde el siglo XVI. El auge llega a fines del siglo XIX y principios del XX.

MEMORABLES NOTAS

Algunas de las marchas más conocidas hechas por guatemaltecos.

La Reseña: Mónico de León. Acompaña la salida de la procesión de Martes Santo, de Jesús de La Merced. 

La Fosa: Santiago Coronado. Se cree que el autor se  inspiró en un sueño.  

Camino al Gólgota: de Mario Paniagua, con notas llenas de angustia y  de paz a la vez.

El Cuervo: Pedro Donis. Obra del siglo XX que evoca la desolación por la Pasión y Muerte de Jesús.

Señor, pequé: Joaquín Santa María y Vigil, quien tuvo la jerarquía de obispo.

Máter Dolorosa: Julia Quiñónez, una de las pocas pero muy  representativas mujeres que crearon música sacra.

Sudor de Sangre: fray Miguel A. Murcia, franciscano español que llegó a Guatemala  a los 25 años y  creó varias marchas e impulsó un renacer de los cortejos de Semana Santa.

Muchas imágenes de Pasión, ya sea Nazarenos, sepultados y dolorosas tienen su propia marcha. Por ejemplo, Señor de la Merced, de Salvador Iriarte. Así hay decenas de autores del género musical originarios de Guatemala.