Las incomparables comparsas con sus letras siempre llenas de sátira, que al ritmo de distintos géneros musicales, vistiendo trajes iguales y con coreografías singulares, ponen a bailar al público que los acompaña.

Pero hay aspectos que han prevalecido en cada desfile bufo, como aquellos perspicaces estudiantes que visten prendas de mujer y que durante todo el recorrido del desfile van invitando a hombres, mujeres y  a niños a bailar, y de repente propiciarles uno que otro beso.

También la forma en que el estudiantado se va abriendo paso ante los curiosos y espectadores, pues con el tan peculiar olor de un hueso grande de res va rozando  al público que no se quiere quitar.

Y que decir de la ironía jocosa de la que casi ningún famoso funcionario o representante de algún sector se escapa, plasmada en boletines, carrozas, letra de comparsas o en representación en vivo, y con sobrada rima deja en burla al personaje de la critica.

El siempre mártir, apaleado y sacrificado ¡El Pueblo!, que por medio de la dramatización de un viacrucis es finalmente crucificado.

Y la iglesia, siempre parodiada desde los primeros desfiles, aunque los excomulguen los dedicados estudiantes huelgueros no dejan de hacer burla a los eventos más conocidos de la iglesia.

¡Aquí esta tu son chabela!

La querida Chabela por los estudiantes sancarlistas es el emblema de la huelga, desde 1921 encabeza todos los desfiles de dolores y a pesar que ya tiene algunos años encima, la Chabela sigue joven, bella y aguerrida.

Otros de los símbolos huelgueros más representativos son la Chalana, himno desafiante de los estudiantes frente a las autoridades, y el No Nos Tientes, periódico irreverente que dice las cosas sin tapujos.

Como manifestaba José Barnoya con nostalgia al referirse a la huelga: