Soñando despierto

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Eso fue hace casi tres años y el arco iris para sentirnos optimistas está cada vez más ausente. Es el cuadro general de la gobernabilidad el que parece esconderse más en la bruma viscosa de la incertidumbre política. El Congreso, por ejemplo, con su feriado de dos meses y medio a partir de la semana pasada, como si no estuviéramos en plena rebelión aquí, en la Granja de Orwell. Los movimientos antiinversión golpeando la mesa con supuestas credenciales de representatividad indígena y campesina exigiendo lo razonablemente irrazonable con inclinaciones insanas hacia el pleito primero y el diálogo enojado y hostil después. El imperio de la ley ausente en buena parte de la granja. Y las cuevas de Alí Babás con funciones de permanencia voluntaria 24 por 24.

Por eso siempre suena en lontananza la tonadilla aquella de “Estado fallido”.  Son ecos analíticos de aquellos que miden la gobernabilidad a partir de parámetros  de “eficiencia, efectividad, administración local, prestación de servicios públicos, la calidad de las políticas públicas y los procedimientos de adopción de decisiones, transparencia y rendición de cuentas”.  

De estas reflexiones deviene  algo que ha venido captando la atención de todos aquellos que ven más factible la creación de pequeñas islas, o zonas autónomas —pero sujetas al gobierno nacional—, que cambiar todo un país. Serían “Regiones de Desarrollo Especial” o “Ciudades Libres”, con un alto nivel de autonomía y un sistema político propio, tanto a nivel judicial, económico como administrativo.

En Honduras está en proyecto “la creación de varias de estas ciudades con la intención de atraer inversión y generar empleo en zonas deshabitadas del país o en municipios que soliciten su conversión a  ZEDE (Zonas de Empleo y Desarrollo). Cada zona de empleo y desarrollo tendrá un secretario técnico que gobernará de facto, elegido por un Comité para la Adopción de las Mejores Prácticas, a su vez escogido por el presidente de la nación, de acuerdo con la ley orgánica que regula estas zonas. Sus habitantes podrán ingresar voluntariamente en ellas”.

“Estas regiones especiales tienen como referente la experiencia de las regiones administrativas especiales. China, principalmente su Hong Kong y cómo este sirvió de “ciudad modelo”  a las zonas económicas especiales como Shenzen; y de otros países del oriente y sudeste asiático: Songdo, en Corea del Sur y Singapur, todas abiertas a experimentar con otros modelos, especialmente si evitan la interferencia de otros estados en las mismas”.

¿Será posible un mejor sistema de legislación y gobernabilidad dejando que  comunidades de emprendedores establezcan sus propios sistemas político administrativos? ¿Lugares en donde la política no estuviese atrás de la tecnología y el desarrollo, sino caminando a la par?

Imaginemos ciudades o municipios en donde “todo” funciona bien: Seguridad, infraestructura, servicios públicos, justicia, facilidades y apoyo a los proyectos de emprendimiento, atracción de inversiones y generación de riquezas. En tal sistema habría una migración de  ciudadanía deseosa de ingresar libremente e integrarse para beneficiarse de las bondades de su sistema.

A finales de abril pasado, los tres  líderes de este movimiento: Pati Friedmann, Michael Strong y Kevin Lyons,  compartieron sus visiones en una conferencia organizada en Antigua por la UFM. De esa conferencia nació el Free Cities Institute  o Instituto de Ciudades Libres, un tanque de pensamiento para promover este proyecto. ¿Acaso no habrá llegado la hora de considerar la creación de un refugio para desarrollar el sueño de vivir dentro de un sistema con tal innovación y libertad?  

Se vale soñar…

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.