Capitalismo desigual

Samuel Pérez Attias

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Milton Friedman tenía razón al decir que “la libertad económica es, en sí misma, un componente esencial de la libertad en general”. Sin embargo, el sistema de laissez faire al que se refiere como modelo teórico para alcanzar esa libertad es tan utópico como el comunismo que pregonaba igualdad absoluta para todos. El concepto de “libertad” se amplía al incluir la variable de “responsabilidad”. Cuando hay información asimétrica la responsabilidad también es asimétrica, siendo ese, el riesgo moral, uno de los fallos del modelo individualista del laissez faire.

Por otro lado, en un “libre mercado” no debieran existir diferencias entre quienes compiten, por lo que las desigualdades que producen la edad y el premium de la experiencia en el tiempo entre quienes compiten en el mercado laboral, por ejemplo, riñen con los fundamentos teóricos de la teoría de mercados perfectos.

Por ello es que las desigualdades dentro de un sistema capitalista deben ser analizadas con más profundidad y con distintas herramientas en función del objetivo del análisis y el contexto. Hoy por hoy todas las economías del mundo, con excepción de Cuba y Norcorea, se fundamentan en el “capitalismo” y en ese contexto hay países donde sus habitantes son desigualmente “ricos” comparando su ingreso per cápita con otros países, también hay países cuya población tiende a ser “igualmente pobre” y otros donde los pocos ricos son inmensamente ricos, y las mayorías, pobres, son absolutamente pobres, como en Guatemala.

El índice de Gini es un indicador que mide la distribución de alguna variable entre la población. Un índice de 1 reflejaría una total desigualdad y el 0 una total igualdad. La evidencia muestra que, en cuanto a ingresos, todos los países son desiguales, el Gini oscila entre +/-0.25 del país menos desigual y +/-0.65 del más desigual en cuanto a los ingresos de un país son distribuidos en su población. La comparación de índices de Gini entre países en el tiempo, aun con sus falencias, ayuda a dar luces sobre los fallos en la distribución de ingresos entre sociedades donde el PIB crece pero, al concentrarse en pocos, no se traduce en desarrollo en el resto de habitantes. Existen otras herramientas para medir la desigualdad en la distribución de cualquier variable en una población. Por ejemplo, la relación de extremos que compara los ingresos del 10% de la población más rica vs. el 10% de la más pobre, el índice de Theil y otras medidas de dispersión y de concentración de las que hablaremos en artículos futuros.

Los ingresos son una variable importante que determina la riqueza de un país: los ingresos son un flujo de dinero, por lo que no son heredables ni acumulables, es su excedente el que puede acumularse o heredarse, haciendo que las diferencias de ingresos se conviertan en desigualdades estructurales de riqueza, reproduciendo un “capitalismo disfuncional” en el tiempo.

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