Derecho a la seguridad

CARMEN ROSA DE LEÓN- ESCRIBANO

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Esta diferencia de ámbitos de actuación conlleva a su vez una formación y capacitación especializadas. Los policías se entrenan para proteger a las personas, actuando en función preventiva y combatiendo el delito en coordinación con el sistema de justicia.

El ejército está entrenado para defender el territorio utilizando la fuerza en primer lugar. Esta diferenciación de métodos de actuación hace incompatible la actuación de las fuerzas armadas en seguridad ciudadana.

Nuestros problemas principales de seguridad son la violencia contra la mujer y los niños, la delincuencia en las calles y en el transporte y la extorsión, así como los homicidios que se producen diariamente.

Esto se enfrenta con medidas preventivas, una eficiente actuación del sistema de justicia y la inteligencia policial para desarticular las bandas. A esto debe añadirse mecanismos para el registro y control de armas, combatiendo eficazmente su tráfico ilícito.

Es cierto que las capacidades del Estado deben utilizarse plenamente frente a las amenazas, tales como el crimen organizado y el narcotráfico, que se expresan violentamente en el ámbito territorial. Es aquí donde en caso de necesidad puede instruirse al Ejército para combatir en el terreno a los criminales que utilizan la frontera para sus fines.

Existe una correlación entre el nivel de incremento del delito y las condiciones socioeconómicas en los países: jóvenes fuera del sistema escolar y marginados del mercado laboral, grados de inequidad y bajo nivel de consumo y el hacinamiento y urbanización desordenadas. Disminuir el delito implica, por tanto, invertir en educación, empleo y creación de oportunidades.

Las carencias acumuladas y la ausencia de mecanismos efectivos de diálogo desembocan en protestas que son reprimidas por la Policía, que es la fuerza de seguridad entrenada para ello, causando el menor daño posible. El Ejército está entrenado para eliminar al enemigo, y el problema es cuando ese “enemigo” es el conciudadano. Los muertos de 2012 en Totonicapán lo confirman. Mientras se sigan confundiendo los roles de nuestras fuerzas de seguridad por parte de los gobernantes, no tendremos una Policía y unas fuerzas armadas que desempeñen profesionalmente su función.

*Máster en Sociología, directora del Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible Iepades.

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