Historias y cuentos acerca de espionaje

Luis Morales Chúa

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Ladrones de automóviles, narcotraficantes, asesinos y violadores, por ejemplo, son criminales en todo el mundo. La ley, por lo general, les es aplicable con todo el rigor.

En cambio algunos políticos y espías tienen una consideración distinta. En los países espiados son buscados, capturados, procesados y, en muchos casos, ejecutados.

Pero, los países en favor de los cuales han espiado adquieren, en determinadas circunstancias, categoría igual o superior a la de los héroes y en su honor les erigen monumentos o son convertidos a nivel popular en personajes de leyenda.

El tema se actualiza cada vez que un espía, o presunto espía, es atrapado o cuando regresa triunfante a su país. Y es lo que ha sucedido estos días al ser liberados tres cubanos detenidos en los Estados Unidos. El régimen cubano, en reciprocidad puso en libertad a un constructor estadounidense y a un misterioso espía, no identificado todavía, que trabajó a sueldo del Gobierno de los Estados Unidos.

El canje de espías es un reconocido instrumento de la política exterior de muchos gobiernos y es, por otra parte, una acción humanitaria cuando, hechos prisioneros, no han terminado de cumplir sus condenas y son liberados, por motivos diversos.

El espionaje, visto desde otro ángulo, no es otra cosa que un trabajo oficialmente creado, fomentado y financiado por los gobiernos a través de sus servicios de inteligencia.

Se originó en Europa, escenario de numerosas guerras, bilaterales unas, multilaterales otras, y dos mundiales; y es en el viejo continente donde nace un género literario cuyo interés nunca disminuye: la novela de espionaje.

A nadie debería sorprender entonces la actitud del Gobierno de los Estados Unidos en relación a Cuba. El intercambio de espías es un ejemplo de que la política exterior estadounidense se mantiene dentro de lineamientos tradicionales, firmemente establecidos; a diferencia de países políticamente subdesarrollados que se oponen a esos canjes con la excusa de que “no negocian con delincuentes” cuando todos sabemos que, en algunos casos, el principal delincuente en esos países es el Gobierno.

Cito como antecedente, por parte de los Estados Unidos, el caso del piloto de guerra norteamericano Francis Gary Power. Fue enviado en una misión de espionaje sobre territorio de la Unión Soviética. Pilotaba un avión U-2 que por su vuelo a gran altura era considerado, por aquellos días, indetectable por los radares soviéticos e inalcanzable por los disparos de la artillería. Sin embargo el 1 de mayo de 1960, una unidad de lanzamiento de cohetes soviéticos lo visualizó en sus radares, disparó varios proyectiles y uno partió al avión espía en dos. El piloto saltó en paracaídas. Fue capturado, procesado y condenado a tres años de prisión y a siete años de trabajos forzados.

Veintiún meses después (10 de febrero de 1992), tras negociaciones secretas, fue canjeado por el espía soviético Rudolf Abel, seudónimo del coronel Vilyam Fisher, miembro de la KGB soviética. El canje incluyó al estudiante estadounidense Frederic Pryor.

Pero, en tiempos pasados, más abundantes que los canjes fueron los fusilamientos. Uno de los que más conmovió al mundo fue el de la bella actriz y bailarina holandesa Margaretha Geertruida Zelle (Mata Hari), sentenciada a muerte por espiar en favor de Alemania.

La encantadora bailarina, dicen sus biógrafos, no pareció tener miedo a la muerte. El 15 de octubre de 1917, a punto de ser fusilada, mientras sonreía, lanzaba besos a los soldados que integraban el pelotón de fusilamiento. Y hay abogados en Francia que consideran que esa ejecución fue un error. Mata Hari era inocente. Su culpabilidad no fue plenamente probada.

Lo dicho: no todos los espías corren la misma suerte.

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