Ideología y pensamiento

Margarita Carrera

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En cambio, veamos qué dice de la palabra pensamiento: “Pensamiento. m. Potencia o facultad de pensar./ Acción y efecto de pensar./ Idea inicial o capital de una obra cualquiera. / Conjunto de ideas propias de una persona o colectividad. / Cada una de las ideas o sentencias notables de un escrito” —dando, este Diccionario, hasta 10 significados de dicha palabra—.

Al hablar de ideología, entramos en un mundo cerrado de ideas que lejos de hacernos reflexionar o pensar, nos conduce a una verdad única, perfectamente localizada e inmóvil en el tiempo y en el espacio. Una ideología no da lugar a una discusión. Está allí. Se acepta o se rechaza. Las religiones, inmutables, tienen ideología. También los partidos políticos. De allí que, con frecuencia caen en dogmático. El dogma es inapelable, pues rebasa el campo de la razón. Es lo hermético, lo categórico, lo innegable.

En cuanto a la ciencia, si es cierto que se asienta en “principios innegables” —dos más dos, son cuatro, por ejemplo—, ello no implica que no esté siempre abierta a nuevas verdades. Una ciencia cerrada, dogmática, es imposible, pues lo dogmático puede darse en el mundo del inconsciente, pero jamás en el campo del consciente o de la razón. Por ejemplo, se da en la religión.

Con todo, las ciencias parten de premisas sólidas, de fundamentos capitales a los cuales se ha llegado a través de la experiencia e intelecto, no de la emoción. Copérnico y Darwin incursionan el estudio del universo y del hombre partiendo de verdades básicas. Lo mismo que Einstein; pero no se basan en dogmas, pues sus verdades pueden ser discutibles. Ahora bien, rebatir “la teoría de la relatividad de Einstein” o “la evolución de las especies de Darwin” es una empresa que solo pueden lograr los grandes genios o ingenios de la humanidad.

El pensamiento, definido por el Diccionario de la Lengua Española, principalmente como “potencia o facultad de pensar” puede poner en duda todas las ideologías y todos los dogmas, por eso mismo, porque es potencia de pensar y pensar significa —de acuerdo con este Diccionario—: “imaginar, considerar o discurrir. / reflexionar, examinar con cuidado una cosa para formar un dictamen…”. Todo lo contrario, pues, a la aceptación de una verdad cerrada, que no permite reflexión ni examen, tampoco imaginación o discusión.

El que piensa es el que crea, no el que cree, es el que duda, el que se interroga a sí mismo y a los demás sin descanso, en una continua y eterna búsqueda de la escurridiza verdad. Puede que, después de la implacable reflexión y estudio sobre el universo y el hombre, se acerque a algunas verdades y las acepte. Ello le puede proporcionar alguna “fe”, pero no dogmática ni cerrada: una fe abierta a nuevas reflexiones y consideraciones. El vehículo que le ha conducido a tal fe, que no es ni se convierte en dogma, es la razón. —El vehículo que conduce a la fe en el dogma político o religioso se basa, más que en la razón, en la ilusión; y esto a pesar de que el dogma de índole político haya nacido de la razón y del estudio riguroso de la sociedad—.

Sin embargo, en el momento en que el pensamiento se convierte en una idea o en varias ideas, deja de ser pensamiento y se transforma en idea: algo aparentemente perpetuo e inmutable. Esto es, algo cerrado; mientras que el pensamiento es algo abierto, respira libertad. Ideología y pensamiento no solo son, pues, dos términos diferentes, sino opuestos.

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