Inequidad y desarrollo

Samuel Pérez Attias

|

De ahí que indicadores como el PIB dividido entre la cantidad de población no sea un dato que refleje realmente lo que cada persona produce o gana en una economía.

Según la CIA (Central Intelligence Agency), Guatemala muestra un coeficiente de Gini de 0.55, uno de los más altos del mundo; En EE. UU. el índice es de 0.45 y en Dinamarca, de 0.25.

Por las desigualdades, un país muy próspero en recursos como Guatemala tiene mucha gente pobre.

Competir en una sociedad desigual es como que un atleta desnutrido y sin entrenamiento corra los 100 metros planos contra otro bien alimentado y entrenado. Cae por su peso quién llegará a la meta más fácilmente. Esta misma línea de partida es la que requiere un sistema económico de mercado en lo social. Estudios indican que a mayor educación y salud (capital humano), mayores ingresos tienen las personas en un contexto de mercado. Es importante aclarar que no se trata de quitarles dinero a los que tienen para darles a los que no tienen, como el discurso ideológico que se manejó durante muchos años.

Sí se trata de redistribuir oportunidades a las personas que forman una sociedad. De garantizar movilidad social en cada individuo que lo desee y que no nazca condenado (a) a una estructura donde competir es una barrera por sí más alta que las que la libre competencia en igualdad de condiciones conlleva. Sí se trata también de asegurar las mismas responsabilidades y obligaciones ante la ley. Sí se trata de crear condiciones para el emprendimiento individual sin asimetrías estructurales, y se trata de que cada persona tenga la oportunidad de crear riqueza con los recursos humanos, físicos, monetarios e intelectuales que tiene para producir sin las barreras que imponen el poder y los recursos concentrados en una élite.

Es necesario que las personas tengan acceso a esos recursos mínimos para producir, competir y generar más riqueza monetaria individualmente.

Debemos desmitificar el concepto de igualdad. No se trata tampoco de pretender que todos somos iguales. La igualdad es en las condiciones y el acceso a oportunidades, no en la naturaleza de la persona. Los seres humanos tenemos diferencias y cada quien tiene objetivos propios y distintos en sus vidas. El comunismo fracasó por ignorar esas diferencias.

No es justo, sin embargo, que una persona se condene a la pobreza sencillamente por haber nacido en un área geográfica donde la salud, la educación o la ley llegan tarde, mal o nunca, como sucede en Guatemala. Tampoco que un emprendedor (a) no pueda entrar a competir a un mercado porque está protegido para unos pocos con altas barreras endógenas y no exista un entorno legal adecuado, como una efectiva ley de competencia. El debate apenas empieza.

ESCRITO POR: