Noble profesión

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Un grupo de maestras se adhirieron por la tarde a dichas manifestaciones y fue allí donde la maestra cayó asesinada por los disparos de las fuerzas gubernamentales.

Aunque el recuerdo es triste, la fecha ha servido para que la sociedad guatemalteca rememore a quienes se dedican a la gratificante y noble profesión de la enseñanza. Existen profesores que dejan huella cuando transmiten el conocimiento específico de forma integral, acompañando su materia específica con vivencias dignas de imitar, pero también con el ejemplo. Con conocimientos conexos y del entorno.

Tuve la dicha de tener como madre a “una maestra”. Ella actuó conmigo, en más de una ocasión, como compañera, como alumna, como consejera, como crítica acérrima de mis equivocaciones, pero también como animadora de mis pequeños éxitos. Su ejemplo: caminar varios kilómetros para llegar a su escuela, algunas veces bajo la lluvia; otras, bajo un sol candente y dedicar su tiempo a preparar las clases, ha quedado en mi memoria y me ha motivado para no detenerme en mis propósitos académicos.

Tengo la dicha de compartir en aulas universitarias, y siempre trato de hacerlo con mucha dedicación, con amor, reflexión y constante esperanza, para que mis alumnos superen a su profesor. Como dijo Rubén Alves: “Enseñar es un ejercicio de inmortalidad, de alguna forma continuamos viviendo en aquellas o aquellos, cuyos ojos aprendieron a ver el mundo a través de la magia de nuestra palabra”.

Al celebrar en la presente semana, de manera anticipada el Día del Maestro, se nos hacía la reflexión: “Solo somos profesores, pero que debemos ir en busca de ser maestros”, pues este es un vocablo que está reservado solo para quienes han demostrado el hecho de merecerlo, ya que cuando a alguien le decimos “maestro”, le estamos manifestando nuestra admiración por el dominio completo e integral que tiene de la materia. La expresión máxima de esta palabra es Jesús, el maestro de maestros, quien con su ejemplo nos enseñó a ser mejores, a dar nuestra vida por otros, nos enseñó a “amar”. Él sigue espiritualmente conectado con nosotros.

Quienes nos dedicamos a esta loable profesión tenemos el compromiso de actualizarnos constantemente, de dar buen testimonio ante la sociedad, de humanizarnos integralmente, de prepararnos antes de cada clase y estar siempre buscando en nuestros alumnos que se interesen por dar todo su esfuerzo y entrega, con el único objetivo de adquirir conocimientos, experiencias, capacidades, etc. para hacer un mundo mejor. Solo la educación puede transformar a la sociedad. Guatemala necesita con urgencia esa transformación. Doy gracias a mis alumnos, porque enseñar es aprender dos y más veces, y de ellos he aprendido mucho.

samreygo@yahoo.com

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.