Aunque no lo veamos manifestado de inmediato, todo lo que hemos hecho con odio o resentimiento atraerá enfermedades y cosas negativas. Pero si lo que hacemos es con bondad, tarde o temprano recibiremos bendiciones. Recordemos que lo que nos da energía positiva es hacer el bien a los demás.

Esa energía es parte de nuestra vitalidad y se manifiesta en juventud, colmándonos, además, de abundancia en todas sus formas: abundancia en amistades, abundancia en amor, abundancia en trabajo y abundancia en dinero, pero únicamente si llevamos la actitud y la percepción correctas junto a un estado mental apropiado. Solo así permitimos que entre el bien dentro de nuestro consciente o subconsciente y se manifieste físicamente.

Debemos mantener expectativas positivas cada segundo y minuto de nuestras vidas, y no dejar cabida para lo negativo, para que nuestros sueños se vuelvan realidad. No es suficiente pedir deseos, hay que trabajar para ello, conectándonos con el “poder de la intención” que está al alcance de todos.

Wayne Dyer, quien escribió El Poder de la Intención, nos recuerda que si nosotros queremos algo, debemos tener no solo el deseo de obtenerlo, sino poner toda nuestra energía e intención para lograrlo. Sin embargo, según Dyer, para conectar con el “poder de la intención” debemos profesar generosidad en un alto nivel. Por ejemplo, muy fácil es amar a nuestros padres, o hermanos, y amigos, pero muy difícil es amar a quien nos lastima.

¿Cómo amar al enemigo? Sabiendo que si alimentamos amor, podemos revertir el odio. El que nos lastima se ha equivocado y no sabe lo que hace. Tarde o temprano tendrá que salir de su equivocación y pagar las consecuencias de sus malas dádivas.

Para lograr nuestros sueños, esa “intención” debe acompañarse de una actitud de alegría y agradecimiento hacia la vida, que aunado a la generosidad y buenas dádivas hacia nuestros semejantes pueden elevar nuestra energía fuera de la tristeza o la malevolencia. Al llegar a ese estado mental, nuestros sueños se pueden hacer realidad. Dyer insiste en que si nos tratamos adecuadamente, comiendo bien, ejercitándonos o trabajando de forma ética y con ahínco, elevaremos nuestras habilidades de conectarnos con el “poder de la intención”.

Si vamos con una actitud de alegría, atraeremos a personas alegres y exitosas que querrán estar con nosotros, y si ayudamos a los demás, otros quieran ayudarnos. Un jefe malhumorado raras veces recibe colaboración de sus empleados.

Este año envío un mensaje a los políticos que querrán ocupar cargos públicos, instándolos a practicar el bien y la generosidad, alejados de la ambición desmedida, la prepotencia, la mentira, el egoísmo, la corrupción y del robo a las arcas de la Nación. Todo regresa tarde o temprano.

Hagamos el esfuerzo por construir una Guatemala mejor y pongámosle “intención” a ello.

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