Un antes y después

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Como en los casos que entre padres e hijos hay poca comunicación, un cambio de actitud y una determinación en mejorar la interacción, será marcada con el tiempo en favor de ambas partes.

El nacimiento de Jesús,  que cuando aconteció en sus días pasó desapercibido e ignorado, después de un tiempo llegó a tener tal impacto en la sociedad y en la humanidad que la historia se ha desarrollado muy acertadamente con un antes y después. Por ello,  cuando se pone una fecha es entendido el uso de las abreviaturas a.C. y d.C. (interpretándolo como antes de Cristo, o bien,  después de Cristo).

Este concepto deberíamos integrarlo en nuestras vidas como individuos, o bien, como familias, para que cuando nos reunamos para recordar el nacimiento del Mesías también evaluemos nuestras relaciones e intereses y así tomar la determinación personal de cambiar nuestra manera de ser y hacer, así cuando pregunten de nuestro cambio y diferente modo de ser, podemos referirnos a la determinación de iniciar otra etapa la cual nos permite ser mejores.

Claro está que muy comúnmente cuando llegamos al Año Nuevo nos hacemos propósitos, o bien, ponemos metas para alcanzar cambios que nos favorecen. Eso no está mal hacerlo, porque tiene que ver con un criterio de tiempo para marcar diferencias, pero si lo tomáramos desde el marco de la Navidad, tendría muchos más desafíos porque el cambio fundamentalmente de corazón adentro con el tiempo se deberá manifestar no porque lo hemos anunciado,  sino porque verdaderamente hay cambios.

Interesante es que Jesús cuando nació no venía comunicando que con él iniciaba una nueva era y una nueva cronología. Pero su vida y su estadía en la Tierra fueron tan marcadas de cambios que en la historia se tomó la determinación de usar el tiempo de su nacimiento como el inicio de otra era diferente.

Si valoramos nuestra vida  y apreciamos las relaciones con nuestros seres queridos y seres más cercanos, deberíamos proponernos qué cambios queremos hacer en nuestra manera de ser y, por consiguiente, en nuestras relaciones con los demás para que los cambios se empiecen a manifestar en el tiempo que tenemos por delante y que nuestra interacción con los demás sea mucho más provechosa.

Le aseguro que si tomamos el tiempo de autoevaluarnos antes de llegar a esa fecha y nos proponemos mejorar, no importando si algunas de las cosas cambian en nuestro derredor, lograremos cambios, y eso es lo importante, que nosotros hemos cambiado y por ello podremos tocar otras vidas por razón de la decisión tomada y no simplemente por lo que decimos,  sino por lo que nos hemos propuesto ser.   

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.