La Usac en mi vida

del mundo que regresaron a su país, a su Alma Mater. Hombres y mujeres que, aun cuando todavía persistían en ese entonces en la Usac los embates del conflicto armado interno y se enseñaba y estudiaba en medio de ese terror, estaban allí, formando una nueva generación de profesionales.

Muchos de estos docentes no solo se preocupaban por nuestra excelencia académica, mostraban un profundo humanismo, estándares de ética, de solidaridad y de excelencia que dejaron marca indeleble en mi vida y en la de incontables compañeros, cuyo desempeño profesional no solo es, hoy por hoy, exitoso, sino ético. En mi caso particular, el Ejercicio Profesional Universitario (EPS) me abrió los ojos a otras opciones de postgrado dentro de la carrera, que evitaron que simplemente colgara el título una vez graduada.

Pasar por las aulas de la Usac abrió mi mente, además, a otras facetas de la vida en Guatemala que muchas personas provenientes de colegios privados experimentales, difícilmente hubiéramos conocido en ese entonces de otra manera. Y es que la vida en Guatemala, siempre tan convulsa y fraccionada, hace posible que muchos no solo vivan ajenos a lo que les ocurre a las mayorías en el país, sino que además, se interpreta esa realidad esencialmente a partir de la experiencia empírica de ese pequeño microcosmos en que a cada quien nos ha tocado vivir. La Usac fue esa oportunidad de ampliar nuestra comprensión del mundo, de la nación en que vivimos.

Perdonen ustedes el carácter tan personal de esta columna, pero no solo la época del año no me permite otra cosa, sino que aún no logro procesar debidamente el impacto que me ha provocado la salida güizachera que le ha dado el consejo superior universitario (disculpen, no lo puedo escribir con mayúsculas) a la situación desatada con las acusaciones de plagio en la tesis doctoral del precandidato Manuel Baldizón.

No peco de ingenua, ni idealizo esa Alma Mater donde yo estudié; estoy consciente de cómo la han venido desdibujando y retorciendo con el tiempo. También se me hace evidente que en el asunto de la tesis doctoral, la San Carlos quedó atrapada en medio del fuego cruzado que se ha desatado anticipadamente en la lucha por el poder, que está empleando estrategias que no habíamos visto en campañas electorales previas.

Sin embargo, reconocer el despreciable juego político con el que pasaron atropellando a la Usac no significa aprobar la salida que le ha dado el consejo superior universitario al problema. La pálida “solución” administrativo-legal que escogieron ha dado un nuevo, severo y profundo golpe al corazón de la Usac, y atizó los argumentos de sus detractores y de quienes han promovido su estrangulamiento financiero todos estos años.

La ingenuidad que admito es haber pensado que desde la Usac, otrora reserva moral de la Nación, podría surgir eventualmente ese movimiento social que catalizara el rescate del país y de sus instituciones. Me equivoqué. Primero habrá que rescatar a la Usac misma de las fauces de los leones que se han incubado en su propio recinto.

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