Reliquia de Juan Pablo II

VÍCTOR  M.  RUANO P.

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Esta parroquia, con sus comunidades y sus instancias eclesiales, ha elaborado un programa especial que se iniciará el próximo martes y concluirá el último día de mayo con una manifestación religiosa en la cabecera departamental como acción de gracias a Dios por los nuevos intercesores: Juan XXII y Juan Pablo II. Ellos fueron santos que conocimos, estuvieron entre nosotros, especialmente Juan Pablo II, que visitó nuestra Nación tres veces.

La primera en 1983, en pleno conflicto armado interno, cuando gobernaba Efraín Ríos Montt mediante mecanismos de terror como los Tribunales de Fuero Especial violando el debido proceso, quemando aldeas, asesinando líderes sociales, especialmente catequistas, mujeres y niños. Las Patrullas de Autodefensa Civil estaban en apogeo como instrumentos de control e intimidación de la población y foco de abierta violación a los derechos humanos. Aquellos años fueron tremendamente duros y crueles para todo el país. A pocas horas de su arribo fusiló a unos ciudadanos privados de libertad. La presencia del Papa fue como un bálsamo que trajo alivio en medio de tanto dolor, sufrimiento y muerte, e hizo un apremiante llamado a la paz, a la defensa y promoción de los derechos humanos, y a una mayor coherencia entre fe y vida.

Nos visita nuevamente en 1996, cuando gobernaba Álvaro Arzú al servicio de los intereses de la élite económica más poderosa del país, privatizando la energía eléctrica, el servicio de telefonía, abriendo camino a la explotación minera y desmantelando el Estado. Se acentuaron las políticas neoliberales que aceleraron el empobrecimiento de la población y el enriquecimiento de unos pocos. Con la presencia del Papa se hizo un merecido reconocimiento a los catequistas entregando un listado de más de 60 testigos de la fe encabezado por el P. Hermógenes López C., y se alentó el proceso para una paz firme y verdadera.

Llega por tercera vez en el 2002, cuando gobernaba el FRG con Alfonso Portillo y Ríos Montt. Si ya veíamos focos de corrupción e impunidad en los gobiernos anteriores, en este período se acentuaron más descaradamente; los que gobernaban se servían a manos llenas, las instituciones se politizaban, debilitaban y corrompían. El narcotráfico se incrementaba al igual que el fenómeno de las pandillas juveniles. La canonización del Santo Hermano Pedro fue el hecho más destacado que vino a fortalecer el caminar de la Iglesia que se preparaba para celebrar el Congreso Americano Misionero y con ello alentar la conciencia misionera al servicio de la vida.

A Juan XXIII, el Papa bueno y “dócil al Espíritu”, y a Juan Pablo II, el Papa misionero y de “la familia”, encomendamos la vida de nuestros pueblos.

victoruano21@hotmail.com

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