LA BUENA NOTICIA

Clientelismo

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El milagro de Jesús más abundantemente atestiguado en el Nuevo Testamento es el de la multiplicación de los panes y los peces. La abundancia del testimonio se debe no tanto a la magnitud del portento cuanto al significado del mismo. Según el evangelista San Juan, la multitud beneficiada reconoció en Jesús al Mesías y querían hacerlo rey. Un par de días después, algunos de los beneficiados fueron a buscar a Jesús. Él los rechazó: “Ustedes me andan buscando, no por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido hasta saciarse”. Jesús rechazaba que lo siguieran a causa del almuerzo gratis e invitaba a trascender el beneficio inmediato para descubrir en él al enviado de Dios para colmar el hambre espiritual.

¡Qué fácil es crearse una clientela con una comida regalada, sea una bolsa segura o solidaria! Conocemos el clientelismo político, pero también hay clientelismo religioso. El recurso a la dádiva a cambio de la adhesión es una tentación perenne. La actitud crítica es siempre necesaria.

El clientelismo religioso como el político puede ser un arma de dos filos. Con frecuencia escucha uno, sobre todo en áreas pobres, que tal o cual iglesia aumentó sus adeptos a consecuencia de ayudas y regalos a los participantes. Y como hay que quitar la viga del propio ojo antes de sacar la brizna del ajeno, conviene mirar lo que ha ocurrido en la Iglesia católica, pues entre nosotros la dádiva ha resultado a veces ser un disparo en el propio pie.

En la Iglesia Católica hemos puesto en ejecución proyectos de desarrollo agrícola, de promoción educativa o de salud, buscando el desarrollo de las comunidades en esas dimensiones sociales. Con el afán de evitar la sombra clientelar, esos proyectos, con frecuencia, han beneficiado a los que son y a los que no son católicos, sin distingo de credos. Hasta hemos silenciado la dimensión estrictamente religiosa buscando solo el desarrollo humano y social. El silencio ha resultado una contradicción con el propósito principal de la Iglesia, que es anunciar el evangelio. Pero además, como esos proyectos dan un respiro temporal de esperanza, aunque, con frecuencia, sin promoción duradera, hemos creado de paso una clientela que principalmente busca y espera de obispos y sacerdotes proyectos y apoyo político. Algunos dicen que una de las causas de la migración de católicos hacia el evangelismo se debe a que no encontraron en el catolicismo la experiencia religiosa y espiritual que necesitaban. Y es que insulta a los pobres pensar que solo tienen necesidades materiales o que estas son para ellos más importantes o urgentes que las espirituales.

También en el ámbito político es un insulto a los pobres pensar que para ellos el único beneficio que pretenden obtener es la dádiva a cambio del voto. El pobre también espera que su voto, aunque haya sido comprometido con un regalo, obligue a los electos a crear las condiciones sociales y políticas en las que ellos, los pobres, puedan salir de su pobreza y vivir con esperanza, y la sociedad ofrezca a los ciudadanos la justicia, el trabajo y la seguridad para una vida digna.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.